[ACTUALIZACIÓN 21-06-24: CAPÍTULO 15!! ♥ espero que os guste y pronto seguiré subiendo más capítulos]
-*-
-Si nombrarais a todos los chicos de los que algun...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-No os habéis perdido mucho. Solo un aburrido discurso de agradecimiento.
Escuchamos atentamente la intervención de la directora. Tiene razón. Bueno, quizás yo no habría usado ese adjetivo para calificar la charla, puesto que está mostrando una gratitud hacia nosotros que a otros profesores les habría costado horrores compartir, y eso ya dice bastante de su generosidad. Okuyasu y yo nos pasamos gran parte de la charla en los brazos del otro. No sé ni yo cómo hemos llegado a esa situación, pero solo soy consciente de ello cuando Josuke le da un codazo con el que llama nuestra atención.
-Nos van a nombrar dentro de nada para recibir nuestros diplomas y vosotros a punto de liaros. Lo que faltaba ya por ver.
-¿Sabes? Eso deberíamos hacer, (T/N)... -me suplica Okuyasu con tal de provocarle, algo que consigue casi sin esfuerzo y, en consecuencia, nuestro amigo le vuelve a dar otro empujón.
-Parad los dos -les susurro, amenazando con ponerme en medio y separarlos.
El momento se procede con el parpadeo que producen las luces al encenderse. La audiencia aplaude, dando así comienzo a la graduación. Una graduación que, tal y como muchos esperábamos, solo dura unos instantes. Tras ser nombrados, reunidos en el escenario y haber posado posteriormente junto a los compañeros frente a unas cámaras que inmortalizan la escena, nos dispersamos entre el público. Aprovecho para saludar a mis padres, a los que raramente veo juntos a diario tras su separación, y una oleada de recuerdos me invade en cuanto me acerco.
-¡Qué bonita te ha puesto tu madre, mírate!
-No ha sido ella. Yukako me ha ayudado a elegir este vestido plateado, el maquillaje y los accesorios.
Mi madre suspira al tiempo en que papá sonríe, divertido, cuando la oye decir:
-Un atuendo muy poco apropiado, si me preguntas al respecto.
Ni siquiera lleva escote, pero a ella le encanta exagerar. Será porque ciñe demasiado mi figura y remarca unas curvas que ni sabía que tenía por estar tan acostumbrada a la ropa ancha.
-Tú ni caso. Te favorece mucho ese color.
-Gracias, papá.
Sin embargo, la elegancia de la vestimenta no parece haber sido lo único que ha llamado su atención. Una mirada cómplice cruza su rostro.
-¿Y el chico con el que estabas tan acaramelada? ¿Quién era?
La palidez me hace perder los colores. Bajo ninguna circunstancia debe enterarse de que se trata de mi supuesto mejor amigo. Porque claro, mi madre, que ya debe de tener sus sospechas al respecto, siempre ha sido mi confidente, y me mostraría su apoyo incondicional incluso si concibe a Okuyasu como un hijo propio y jamás se vería capaz de verlo como yerno. Pero con mi padre es otra historia, claro. Cuando todavía vivía con nosotras en Morioh, llegó a conocer a Okuyasu en su etapa sublevada, y estoy hablando de hace un par de años. En ese entonces era un rebelde sin causa, grosero e inaccesible de fachada tosca y borde: influenciado por su hermano, vaya. El caso es que cada vez que mi padre me recogía del instituto, me advertía de los tipos como él, siempre dispuestos a buscar problemas. Quién me iba a decir lo inseparables que seríamos años después.
-Eh... No tengo ni idea de qué me estás hablando.
Esperaba a Josuke por respuesta. Lo sé. Otra persona más creyendo que su nombre saldría de mi boca con una mínima connotación romántica. No lo culpo: a él lo adoraba por ser completamente opuesto a Okuyasu. De hecho, era uno de los pocos que sabía cómo pararle los pies.
-Muchas cosas han cambiado desde que te fuiste. Te sorprenderías -no soy yo quien lo termina declarando, sino mamá.
Así se esfuma el buen ambiente, algo que no es de extrañar. Antes de que empiecen a discutir, decido ir en busca de algún amigo, y finalmente encuentro entre la multitud una cara conocida: la de Rohan, quien, más radiante que nunca, lleva el diploma bajo el brazo. Su cabello verde va a juego con su selecta indumentaria, lo que le da un peculiar toque de originalidad que poca gente se ha atrevido a imitar.
-Eh, ven rápido.
-¿Qué pasa?
-Yukako te reclama. Quiere darte tu premio de la celebración.
Asiento, emocionada, y me conduce hacia el escenario. Me guía entre los alumnos con los que por poco nos chocamos y acto seguido nos detenemos en medio de la pista mientras pienso en la ansiada recompensa. Al haber sido preparada por ella, de cualquier cosa podríamos estar hablando: desde un ticket o entrada gratis a algún salón de belleza, hasta un enorme y dorado trofeo. La incertidumbre no cesa hasta escuchar los primeros acordes de una guitarra eléctrica.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.