Capítulo 5🌸

96 14 4
                                    

11: 22 am

Martes 15 de junio

Recreo, Instituto de Morioh, Japón 

Transcurridos unos minutos, por fin Okuyasu aparece y se sienta en el banco del patio donde habíamos acordado vernos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Transcurridos unos minutos, por fin Okuyasu aparece y se sienta en el banco del patio donde habíamos acordado vernos.

-Llegas tarde -sonrío, dando un último bocado a mi almuerzo.

-Lo sé... -se frota la nuca.

Tomo asiento a su lado. El ambiente entre nosotros da la impresión de ser cada vez más raro, algo que empieza a preocuparme.

-Quería disculparme por haberte dejado colgada ayer.

-No pasa nada -me apresuro a decir-, Josuke me dijo que podría haber fallado tu red.

«Eso es, (T/N), mejor evita tener que contarle cuánto tiempo te tiraste esperando a que se volviera a poner en contacto contigo», pienso para mis adentros.

-S-sí, sucede a menudo... Pero ya he pensado cómo recompensarte -acomoda su uniforme azul marino, como si se quitase un peso de encima, y entonces me mira-. Venga, haz los honores.

Lo miro de vuelta y suelto una risita tonta en cuanto capto a qué está haciendo referencia, antes de siquiera sacar la placa metálica de la cartera. Este es el Okuyasu revoltoso que conozco: uno dispuesto a meternos en líos a ambos.

-*-

... En un lío que en esta ocasión nos podría haber costado caro por graciosos, para variar. Y con razón, porque a nadie se le ocurre seguir a ese tal "Kira" hasta la cafetería, situada una calle más arriba de la del instituto, con el propósito de devolverle una insignificante pertenencia. Supongo que la parte buena es que no cuenta como "hacer pellas" porque ahora mismo es tiempo de recreo. Eso sí..., Está terminantemente prohibido abandonar el centro sin autorización, cosa que acabamos de hacer tras sortear a los distraídos conserjes.

-Pufff...-respira fatigadamente Okuyasu, sin dar crédito al éxito de la maniobra- ¿Cómo lo hemos conseguido?

Nos reímos, ya bastante alejados del edificio.

-Pura suerte –le guiño un ojo y sigo caminando.

Indeciso, él me imita y da un paso adelante, tomando mi mano y aligerando el paso hacia el bar donde el hombre rubio se dirige. Con un suave apretón dejo que tire de mí y comience a correr. La manera en la que de vez en cuando se gira a verme mientras aceleramos me hace darme cuenta de lo mono que es.

-¿Vas bien?

Asiento con un leve rubor en las mejillas. Por suerte, no parece darse cuenta... Hasta que nos plantamos en la puerta del bar.

-¿Qué pasa?

Su dedo toca mi mejilla y contengo la respiración. Mis ojos me traicionan en cuestión de segundos, mirando a sus labios.

-Nada, nada. Necesito un respiro.

Me aparto con cuidado y me dirige una mirada preocupada, aunque al poco me recompongo. Esto es más grave de lo que pensaba. El corazón me late con fuerza y no pienso justificar el motivo con el hecho de estar enamorada. Es una estupidez. No todavía, al menos. Aún puedo demostrar que no he perdido la cabeza. Que me sé controlar. ... Lo cual no es del todo cierto. Que me arroje a sus brazos en ese repentino momento de crisis interna lo confirma.

-O-Oi, (T/N)... -su cuerpo se tensa un poco, aunque finalmente corresponde el torpe abrazo, más relajado- Dime qué ocurre.

Me aprieta más a él, sin dejar que despegue mi cabeza de su pecho, y yo solo le respondo con la excusa más ridícula que se me podría haber ocurrido:

-Kira nos está mirando. Me siento bastante incómoda ahora mismo.

-Yo te tapo. No creo que a ti te haya visto.

Encima tiene que poner las cosas difíciles con esa personalidad tierna que no acompaña su aspecto vándalo.

-No quiero que nos echemos atrás. Ahora se lo doy y nos vamos, de todas formas.

Aprueba mi veredicto con un cabeceo y acto seguido me separo, ya más decidida. Me acerco a la mesa donde el hombre está tomándose un café y lo interrumpo con un carraspeo. A una distancia más o menos considerable, nos examina discretamente Okuyasu.

-Buenos días... Se le cayó esto ayer.

Se voltea hacia mí y tarda unos segundos en contestar, como si le costara o se resistiera a reconocerme de ayer.

-Qué despiste. Gracias -sonríe y se coloca el distintivo en su camisa verde de rayas blancas-. ¿Cómo va todo?

-Pues... Bien. Creo -me encojo de hombros.

-¿Has traído a tu chico contigo? –toma otro sorbo de su taza, sin la necesidad de girarse para mirarlo.

En cuanto a mí, no sé qué me deja más indispuesta: que se haya dado cuenta de su presencia o que malinterprete mi relación con él de ese modo tan descarado.

-Es mi mejor amigo -contesto en un susurro.

-Pronto será algo más, ¿no?

-No lo sé.

-Deberías tenerlo mínimamente claro para darle una mejor interpretación a tus dolores de barriga. Mariposas en el estómago o incomodidad, ¿cuál de los dos piensas que es?

Trago saliva y me limito a quedarme callada. ¿Por qué me da la sensación de que su tono es más serio y exigido hoy?

-Es difícil encontrar una respuesta inmediata, no te inquietes –añade con voz cansada:- Si no queréis ser descubiertos, iros a clase ya, (T/N). No tardarán en poneros falta.

Supongo que tiene razón. Además, él parece entenderse con el asunto y debería seguir su consejo. Sin embargo, y a pesar de haber demostrado ser ya un sujeto astuto y atento, juraría que nunca le dije mi nombre.

Corazón Acelerado - Okuyasu x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora