LéaMe encuentro en mi casa, en Modène, a través de la ventana de mi habitación se entrevén los rayos de luz de primera hora de la mañana, miro a mi lado y lo veo dormir boca abajo plácidamente, me pego a él hasta abrazarlo por detrás y apoyar mi mejilla contra su musculada espalda, al segundo oigo un gruñido y noto como se da la vuelta.
- Buenos días - dice con su voz ronca de recién despertado, observándome con esos ojos azul verdosos que podrían derretir a cualquiera, se inclina para besarme con esos labios carnosos tan tremendamente sexys, pero justo cuando nuestras bocas están a punto de unirse vuelvo a la realidad.
Me despierto sobresaltada por lo que acababa de soñar, me sentía confusa, estaba empezando a perder la cabeza, definitivamente mi estancia en París estaba siendo un completo error, me ha traído más problemas de los que ya tenía y encima Joyce cada vez que hablábamos mostraba una indiferencia que me mataba por dentro, estaba enfadada, sí, estaba muy cabreada porque no entendía nada, un día parecía que estaba como siempre y al siguiente pasaba olímpicamente de mi, como ahora que llevaba desde ayer sin responderme y encima me había dejado en leído. Lo que más me jodía era sentir que estaba fijándome en otro que sí mostraba interés por mí.
Mordiéndome las uñas nerviosa empiezo a ir de un lado para otro de la habitación intentando entender como había podido soñar con una persona a la que conocía desde hacía tres días, estaba claro que me atraía, pero de ahí a soñar que estaba con él en mi propia cama de Modène ya era algo muy fuerte.
- ¿Qué te pasa? - pregunta Cloé frotándose los ojos - ¿has tenido una pesadilla? -
- Mucho peor -
- Cuéntame, ¿Qué ha pasado? -
- No es nada, solo cosas mías - miento, no podía contarles a mis amigas la verdad porque suficientemente entusiasmadas estaban ellas con la idea como para que ahora les venga yo diciendo que he soñado con Nathan y que encima estábamos durmiendo juntos.
- Está bien, no lo cuentes si no quieres - dice pasando por mi lado en dirección al baño
En dos horas estamos todas listas preparadas para salir por la puerta, es el primer día de los cuatro que llevamos aquí que bajaremos a desayunar, puesto que el resto de días como habíamos trasnochado tanto teníamos el tiempo justo para vestirnos y ir a visitar lo previsto.
El desayuno del hotel está genial, es un gran bufette donde hay desde pan, embutidos, bollería, huevos y salchichas, que es lo básico, hasta una fuente de chocolate o tortitas, crepes, champán y mucha variedad de fruta. Nos ponemos las botas con la comida y después de tomarnos un buen café para empezar bien el día nos dirigimos hacia los Inválidos, pasamos toda la mañana visitando el museo y cuando salimos, como ya es medio día nos dirigimos hacia las galerías de Lafayette, donde decidimos comer. Al terminar visitamos el edificio entero, admirando la cantidad de tiendas y puestos de comida y cuando nos cansamos decidimos ir andando chino chano hasta el hotel para arreglarnos y de paso terminar de hacer las maletas.
El paseo hasta el hotel en vez de sentarme bien me resulta pesado, ya que con la cantidad de comida que tengo en el estómago noto unos pinchazos muy molestos, decido no darle importancia puesto que seguro que al rato se me pasa. Al entrar en la habitación nos ponemos cada una a ordenar un poco y a elegir lo que nos pondríamos para la fiesta.
- ¿Cuál? - pregunta Julie enseñándonos un vestido rojo y otro blanco
- El rojo - decimos las tres sin dudarlo
- ¡Perfecto! - exclama entusiasmada
- ¿Tú que te vas a poner Léa? - me pregunta Cloé
- Pues no lo sé, la verdad, porque tengo un dolor de barriga que en vez de ir a menos cada vez va a más - digo haciendo una mueca de dolor mirándome la tripa
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Besos prohibidos en París
RomanceAmistad, amor y familia, tres palabras aparentemente inofensivas, pero se nos olvidan otras como traición, infidelidad y decepción. Estos seis términos pueden tener muchas cosas en común, más de las que pensamos y Léa Roux y Nathan Miller están a pu...