Capítulo 6

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Doy un saltito en la silla cuando llaman a la puerta de mi oficina. Se suponía que iba a cerrar los ojos unos segundos... Creo que se convirtieron en largos minutos.

Anoche, luego de decirle a Luca que hablaríamos en otro momento acerca del "favor" que quiero pedirle, dormí un rato en la cama.
Cuando Parker entró en la habitación, y con toda mi familia rondando, lo único que pude hacer fue sentarme en la tina del baño y cerrar la puerta con llave para no tener que verlo.

Así que estoy contracturada, sin dormir y pensando en qué le diré a mi hermano exactamente.

Le comunico a Emily que puede pasar y ella entra, con dos cafés en la mano. Yo hago un gesto de alivio y le sonrío como si acabase de salvar mi vida.

—Bueno, tienes trabajo atrasado —me dice, ubicándose frente a mí. Yo gimoteo y le doy un sorbo al café—. El señor Miller está... eh... un poco enojado porque Becker renunció.

—¿Luca? —inquiero, extrañada. Ella menea la cabeza.

—Tu padre. Llamó esta mañana, antes de que llegaras. Quería hablar con él y... bueno, eh... tuve que decírselo.

—Sí, sí, seguro. No te preocupes por eso —la tranquilizo—. ¿Qué ha dicho?

—Gritó un poco... mucho —se corrige, estirando los labios—. Así que supongo que deberías buscar un reemplazo.

Dejo el vaso sobre el escritorio y niego con un gesto, sintiendo cómo la cola de caballo que tengo en el cabello se mueve de un lado a otro.
No voy a reemplazarlo, de ninguna manera. No puedo hacerlo.

—No, por ahora no.

—Becker dijo que puede recomendar algunas personas de confianza para ocupar su lugar.

—¿Cuándo? —frunzo el ceño.

—Hoy. Le pregunté si tenía algún colega que recomendara. Me dijo que tendría que hablar con el señor Miller... Luca —aclara—, para comentarle. Le dije que tendría que hablar contigo, pero, eh...

—¿Qué? —le pregunto, con más impaciencia de la necesaria.

—Prefiere hablar con él.

No he tenido envidia muchas veces en mi vida... Hoy es una de esas veces.
Emily me cae bien, no es por ella, es que... cómo quisiera poder hablar con él de la manera en la que ella lo hace. Incluso si es sólo por trabajo.

Extraño muchísimo su voz.

—¿Tienes idea de cómo está? —no puedo contener la pregunta. De todas formas, le hablo en voz muy baja, para que no se escuche.

—Bien, me dijo que está trabajando por su cuenta —responde en el mismo tono, extrañada, pero, por las dudas, me imita.

Sí, a eso ya lo hacía. Además de trabajar para nosotros, lo hacía para otras empresas. Pero no es eso lo que me importa.

—¿Estaba... contento?

Se encoge de hombros.

—Sí. Bueno, normal. Ya has visto cómo es, siempre haciendo chistes.

Sonrío un poco y asiento con la cabeza.

—¡Buenas! —la puerta se abre y Acosta ingresa como si fuese su casa, abrazando un termo y sosteniendo la... infusión esa que lleva siempre en una mano—. ¿Qué onda?

He estado llamando a todo el mundo por su nombre durante la mañana, y sé que sonará extraño si es ella solamente a quien llamo por su apellido, así que, haciendo de tripas corazón y como si me quemara en la lengua, la saludo rápidamente:

Quizás Fue Un Acierto #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora