Capítulo 1

821 59 150
                                    

ARIA

A veces pienso qué fue lo que hice —o no hice— para que tanta gente pudiese usarme como una marioneta.
Quizás era porque mis padres me habían convencido de que todo lo que hacían era por mi propio bien. Ya saben, dejarnos a mí y a mi hermano solos "para poder darnos todo", cuando, en realidad, sólo los necesitábamos a ellos dos.

Siempre se han excusado con lo mismo. Todo lo malo que han hecho "ha sido por nuestro bien".

Cuando creí comprender que soy la dueña de mis decisiones y tomé el valor para romper con todo lo que me oprimía, fue cuando la respuesta a eso se develó ante mí como una bofetada:
No, no siempre eres dueño de tus decisiones. 

Bueno, en parte sí, y en parte no.

Uno toma decisiones en base a las circunstancias. O sea, desde un principio estamos condicionados.
¿Qué color eliges? ¿Amarillo o verde?
Pero... ¿y si yo quiero el azul?
No, el azul no está disponible. ¿Amarillo o verde? Y no, no es una opción marcharte sin nada.

Ah, ¿ven a lo que me refiero? No importa qué tan dueño te creas de tus decisiones. Cuando se está condicionado, uno se ve forzado a elegir lo que le parece relativamente mejor.

Yo no podía elegir lo que quería, así que aquí estoy, con mi decisión de pesadilla, pero no tan de pesadilla como la otra opción que se me ofrecía.

Pronto van a entender a lo que me refiero.

Más allá de lo que les estoy diciendo, mi objetivo es uno solo: Poder tomar la decisión que realmente quiero.
Para eso, tengo que resolver algunas cosas, y, por sobre todo, lograr que Liam comprenda que lastimarlo jamás fue mi objetivo. Sino, lo más alejado de eso.

Dicen que el fin justifica los medios... Y, si el fin es hacer infeliz a alguien, entonces imagínense lo terribles que son los medios.

Supongo que es hora de que conozcan mi versión de lo que pasó luego de que me fuera de su casa esa mañana... Y no creo que haya mejor manera de hacerlo, que utilizando el método que más me gusta: Volviendo el tiempo atrás.

Empezaremos por el principio del fin.

¿Me acompañan, cínicos y cínicas?

Con amor,

Aria del presente.

***

Me fui de casa de Liam abrumada por toda la situación de mi hermano y Steph.
No quise discutir con él, fue un impulso.  

Obviamente no me agradó eso de "te mentiría para protegerte", pero entendí a qué quería llegar. Siempre había sido impulsiva y, sí, probablemente habría reaccionado de la manera que todos temían: Muy mal. 
El problema era que ya no quería mentiras. Necesitaba que todos se quitaran las máscaras, que me demostraran quiénes eran realmente... Y pretendía empezar por mi madre.

Cuando llegué a su casa, luego de dudar por un segundo qué hacía ahí —y de querer volver a casa de Liam unas tres veces—, bajé del coche y golpeé su puerta.
No iba a acobardarme. Ya no.

Abrió con rapidez, sin pensarlo, como si hubiese sabido que era yo la que estaba del otro lado.

Sus ojos se veían cansados. Todavía estaba en bata —creo que, en toda mi vida, la había visto así sólo por cinco minutos a la mañana—. Pero, siendo las diez, era algo extraño.

—¡Dios mío, Aria! —me abrazó con fuerza y yo me petrifiqué. Por supuesto, no correspondí su abrazo. Aunque, para ser sincera, me transmitió cierta tranquilidad.

Quizás Fue Un Acierto #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora