Capítulo 26

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Aria

—Mira, no me gusta decir esto, bebé, pero estás hinchada.

—No te atrevas.

—¿Estás comiendo mucho por los nervios? Porque, si es así...

—¡No estoy comiendo mucho! Estoy... comiendo lo normal.

No estoy comiendo lo normal. Sí estoy comiendo mucho y, además, estoy que muero del sueño, así que duermo más de la cuenta y corro menos. El estrés me trae loca e impacta directamente en mis energías.

La ausencia de Luca en la franquicia —aunque dedica una semana a nosotros y la otra a la ciudad—, me ha tenido trabajando a decir basta. Lexton ayuda muchísimo, igual, pero no sabía todo lo que mi hermano tenía sobre sus hombros hasta que comenzó a delegarnos tareas.

Tan es así que no tuve más remedio, apenas me hube graduado en Recursos Humanos, que comenzar a estudiar Administración de Empresas.
Gracias al cielo a Liam se le dan bien los números y dedica bastante tiempo a ayudarme, aunque estas matemáticas son financieras.

No entiendo cómo es que puede resolver ecuaciones como si fuesen nada, incluso cuando está... poniéndole atención a cualquier otra cosa. Yo me distraigo un segundo y todo el proceso que hice se ve afectado por haber puesto mal un maldito símbolo.

A ver, por Dios, que ayer estaba sentada en la isla de la cocina y él, parado a mis espaldas, mientras me besaba el arco entre el cuello y el hombro, dijo: "Veo un error desde aquí".
¡Probablemente ni siquiera estuviese mirando! ¡Por lo menos no al papel en el que estaba escribiendo! Sus ojos daban directamente a mi escote, por Cristo.

¡Y tenía razón! Cuando quise refutar, le dio un toquecito a la mitad de la operación que había escrito, marcándome el lugar en que había hecho algo mal, y continuó como si nada.

¿Cómo es que hace eso? Me indigna... Y me gusta.
Dios, es que todo lo que hace me parece sexy.

En fin, tengo mucho en mi plato. Entre la nueva carrera, la franquicia, la boda y llevar una vida de pareja bastante... eh... activa —muy activa—, me siento dando vueltas como un trompo y encontrando cosas colapsando en todas partes.

—Te quiero, bebé, pero tienes que cerrar la boca, porque si el vestido no te cierra después del Día de Acción de Gracias, estaremos en problemas. No podré hacerle cambios una hora antes de que tengas que ponértelo.

—¡Kimberly! —mascullo.

—¿Quieres comprar un vestido cutre a último momento, que además no puedas modificar, o quieres uno hecho a tu medida por una estrella como yo?

—Quiero casarme con Liam y ya.

—Pero viéndote bonita.

¿Para qué mentir?

—Sí.

—Pues más verduras y menos hidratos.

Gruño y me miro el vestido otra vez.

Es hermoso. Cada vez que me meto aquí dentro siento que podría llorar... Aunque ahora estoy a punto de quebrar en llanto porque creímos que no iba a cerrar.

Quizás Fue Un Acierto #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora