Capítulo 14 (Parte I)

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Aria

El aire llena y vacía mis pulmones, pero el oxígeno no parece ser suficiente.
Cierro los ojos con fuerza. Puntitos de colores danzan en la oscuridad.
Vuelvo a abrirlos.

Liam tiene la mirada perdida en algún punto del porche, entre Kimberly y yo.

—Lamento haber sido yo quien te lo dijera, pero... —se silencia cuando me vuelvo hacia ella.

La odio. En este momento la odio.
Sin embargo, no puedo gastar mis energías en eso ahora.

—Liam... —sus ojos, tormentosos como el cielo, se instalan en mi rostro—. Escúchame...

Doy un paso en su dirección pero él, tambaleante, da otro hacia atrás.
Niega con la cabeza una y otra vez, ceñudo.

—¿Qué has dicho, Ginger? —pregunta, con voz trémula.

—Parker...

—Cierra la boca, Kimberly —dictamino.

—Cállate, Aria —masculla, con un tono de voz sombrío que jamás había usado conmigo—. Habla, Ginger. Ahora.

—Cuando Ari fue a su apartamento el día en que dejó tu casa, Parker la amenazó con hacerles dañ...

Acorto la distancia entre nosotras con rapidez y me planto frente a ella con un deseo que muy pocas veces he tenido. Dios, quiero golpearla.

—Cierra la boca —repito, con una frialdad y una dureza dignas de un glaciar—. Métete en tu vida, no en la mía. No tienes ningún derecho.

No recuerdo cuando fue la última vez que fui tan hostil con alguien a quien quiero mucho, pero esto sabe a traición.

—Ginger —estira las letras, perdiendo la paciencia.

—Vete.

—Lo siento... —susurra y vuelve a entrar, cabizbaja.

Logro ver lo inestable de la luz que, evidentemente, emana de la llama de varias velas, antes de que cierre la puerta. Está claro que todavía no tenemos electricidad, debido a la tormenta.

Liam se lleva las manos a las caderas, mordiéndose el labio inferior con ímpetu. La lluvia no cesa a nuestro alrededor y los truenos son tan graves que me estremecen.

—Habla —dictamina.

—No lo haré.

—Habla.

—No.

—¡Dime qué mierda ha hecho, Aria!

—No.

Aprieta las manos en puños y los músculos de su mandíbula se pronuncian.
Si fuese otra persona quien está frente a mí en este estado, me asustaría, porque es claro que quiere golpear a alguien... Pero ese alguien no está aquí. Y sé que, incluso sumido en una ira que probablemente lo ha dominado sólo una vez, estoy más segura que nunca.

—¿Te ha hecho daño? ¿Te ha tocado un puto pelo? ¿Te ha...? Joder, Aria. Joder, ¡di algo!

—Ven a mi habitación —susurro—. Por favor, te contaré, pero... por favor, ven conmigo.

—Dime que no te ha hecho nada —ahora su tono se torna suplicante. Abro la boca para responder, pero, de alguna manera, sabe cuáles son mis intenciones—. No te atrevas. No te atrevas a mentirme. ¿Te ha o no te ha hecho algo?

—Quiero contártelo tod...

—¡¿Te ha hecho daño?! ¡¿Sí, o no?!

Quizás Fue Un Acierto #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora