Capítulo 22

739 42 190
                                    

Becker

—¡Liam! —oigo su voz lejana. Doy un respingo y emito un quejido cuando algo mullido impacta contra mi cuerpo—. ¡Venga ya!

—Mm —gruño y escondo la cabeza bajo la almohada. Quiero atrapar la otra para abrazarla, pero no la encuentro, así que me aferro al edredón.

Otro impacto en mi brazo.

—¡Despierta, que llegaremos tarde!

—No.

—¡Son las once y media!

—Temprano, amor. Ven.

—¡William Becker!

Oh, joder, Rachel también me llamaba así cuando hacía algo mal.

Abro los ojos y me encuentro con ella vestida con una camiseta mía. Tiene una toalla en la cabeza y está amenazándome con golpearme de nuevo con la almohada.

Suspira cuando nota que la estoy mirando.

—Dios, hace una hora estoy intentando despertarte. Vamos, arriba...

—No hasta que me digas algo lindo.

—¿Qué?

—Me has despertado a los gritos. Tienes que despertarme con amor, o me pongo malo.

—Intenté despertarte con amor, pero no te has enterado —suaviza el tono y se sienta en la cama, despacio.

—Si no me enteré, entonces no cuenta —refunfuño y vuelvo a cerrar los ojos.

Sonrío de costado, victorioso, cuando siento sus labios presionándose en la parte alta de mi brazo, luego subiendo por mi hombro, ahora en el cuello...

Seh. Así tiene que despertarme. No acepto otra manera.

—Buen día, bestia —susurra. Me vuelve loco—. Despierta, porfi.

—Voy a casarme contigo.

Vuelvo a abrir los ojos porque se ha quedado muda. Apenas la imagen se aclara, veo que está mordiéndose el labio inferior en una sonrisa.

—Vamos, levántate —insiste, en un murmullo dulce—. Tenemos que ir a Grove.

—Vale —accedo. Puede que haya cerrado los ojos otra vez—. Dame media hora.

—No —estira las letras y me muerde el hombro despacio, arrancándome una risita ronca por las cosquillas—. Tenemos que buscar a Maxxie y cenar con tu madre y Lu. ¿Podemos visitar a Diana, también?

—Sí, claro que podemos —accedo, en un murmullo—. No sé si te reconocerá, o a mí, pero...

—Se me da bien hacerme su amiga, no te preocupes.

¿Alguien podría viajar al futuro para saber si aceptará ser mi novia pronto? Porque no sé cuánto aguantaré hasta pedirle matrimonio, lo digo en serio.

***

Quiero que lo que diré en este momento conste en actas: Aria me levantó a los gritos porque dijo que llegaríamos tarde y, aun así, al cabo de una hora yo ya estoy listo hace rato y ella todavía está revoloteando por la habitación de Diana como una loca.

Se ha cambiado de ropa cuatro veces en cuarenta minutos. Cuatro. Veces. ¡Ni que fuésemos a ver al jodido presidente!

—Es mucho, ¿no? —hace un mohín frente al espejo. Yo estoy acostado en la cama, observándola con una mano detrás de la cabeza. Con la otra me doy toquecitos en el abdomen.

No estoy aburrido, igual. Estoy viéndola vestirse y desvestirse. Es un espectáculo precioso. La aurora boreal no le llega ni a los talones —bueno, no la he visto nunca, pero, ya saben—. Muy precioso todo.

Quizás Fue Un Acierto #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora