Capítulo 18

760 41 128
                                    

Becker

Bien.

Todo dicho.

Como siempre, no he dejado que dijera nada. Me quité las palabras de encima porque habían estado pesándome desde que la vi entrar al restaurante.
Y que agradezca que no esté comiéndole la boca en este momento, porque esa es otra cosa que me tiene loco. No he podido quitarle los ojos de encima a ese labial rojo.

Bueno, sí, puede que también me detenga que, aunque todavía estoy sosteniéndole el rostro, se encuentra jodidamente quieta.
Es más, creo que ha dejado de respirar, porque, por la cercanía, tendría que poder notar el aire impactando contra mis labios... Y no es así.

No debería haberle cedido el turno a Aria. ¿Han visto todo lo que hice en el restaurante? Me refiero a la manera en la que prácticamente entré en pánico cuando hablamos de matrimonio.
O sea, el pánico no fue porque le tenga miedo al compromiso, sino porque sonó a que estaba proponiéndoselo.

Les dije que no podían dejarme solo. Se los dije. ¿Por qué me hacen caso?

Y ¿saben qué es lo peor de todo? Que ahora no puedo parar. Ya está, ya me he lanzado de cabeza al jodido océano. No tengo más opción que remar.
A contracorriente, aparentemente, porque la he dejado pasmada.

En serio, se ha quedado tan estática que no sé si se ha detenido el tiempo o qué.
Joder, que no sea así, por favor. No estoy seguro de poder repetir todo lo que he dicho.

Mis manos quedan suspendidas en el aire cuando voltea y entra a su apartamento, dejándome prácticamente moribundo aquí.
La puerta continúa abierta, así que la veo ir de un lado a otro, hasta encerrarse, asumo, en el baño.

¿Qué cojones...? ¿Qué coño se supone que debería hacer ahora? ¿Irme? ¿Entrar? ¿Quedarme? ¡¿Tirarme por las putas escaleras?! ¡¿Qué mierda hago?!

Oh... joder. La he cagado, ¿verdad? La he cagado en grande.

Dejo que mis brazos caigan a los costados de mi cuerpo y un tirón en mi espalda me hace cerrar un ojo con fuerza y gruñir por lo bajo.
Me he tomado un calmante hace bastante y el efecto está desvaneciéndose. Quería tomarlo más tarde, pero tuve que hacerlo antes porque, cuando se me ocurrió qué regalarle, recorrí cielo y tierra hasta encontrar ese collar.

En serio, fue prácticamente así. Tuve que conducir hasta el aeropuerto para comprarlo en una tienda que se encontraba allí.

No iba a decírselo, ¿saben? Por un momento me planteé la idea de acceder a ser su amigo, porque soy consciente de que me necesita cerca, al igual que yo a ella. Iba a darle el regalo y a irme, sin más. Tomar esta noche como una victoria.
Pero apenas me invitó a pasar supe que iba a decirle lo que sentía, porque no quería que creyera que estaba aquí para enrollarnos.

Ayer por la noche, cuando salí de Grove, demoré más de lo normal porque, como les conté, la noche estaba tan oscura que me obligué a conducir despacio y cerca del filo de la carretera.
Los coches, aunque pocos, pasaban a toda velocidad y oía cómo las carrocerías protestaban cuando se encontraban con los baches.

Salí de la oficina a las ocho y llegué a las diez y algo a Dracdale. Claramente mi primer impulso fue ir a su apartamento a hablar con ella, pero después desistí, a pesar de que su cumpleaños comenzaba a las doce.
Justamente, no quería que tuviese la idea de que había ido a follar, e iba a verse así si aparecía a esa hora con toda mi confesión. Tenía sólo una chance y la aprovecharía bien, a pesar de que mi impulsividad quería obligarme a desperdiciarla.

¿Saben qué? Volveremos el tiempo atrás por un momento. Será más fácil si ven lo que ocurrió.
No es que esté pasando mucho por aquí ahora mismo, así que... A por ello.

Quizás Fue Un Acierto #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora