Miraba mi reflejo en el espejo. Mi rostro parecía el de una extraña. Había algo en mis ojos que no reconocía, una sombra persistente que se negaba a desaparecer. Hoy tenía entrenamiento cuerpo a cuerpo, pero la idea de enfrentarme a golpes con alguien me resultaba insoportable. Los últimos acontecimientos habían agotado mi energía, mis propósitos, mi voluntad. ¿Cuándo se había desmoronado todo? ¿En qué momento dejé de ser dueña de mi destino y me convertí en una pieza más del tablero?
La camisa que llevaba se ajustaba a mi figura, resaltando líneas que apenas reconocía como mías. Por un breve instante, me sentí casi atractiva. Pero esa sensación desapareció tan rápido como llegó. La ropa podía engañar, podía cubrir cicatrices visibles, pero no las internas.
Suspiré, arrastrando los pies hasta el armario al lado de mi cama en busca de mis iPods. Necesitaba algo que silenciara el ruido en mi cabeza, aunque fuera por unos minutos. Mientras rebuscaba, mi mano tropezó con un objeto inusual. Saqué un sobre blanco cuidadosamente doblado. Me quedé inmóvil al reconocerlo.
Era el sobre que Kiara me había entregado la primera vez que nos encontramos. Había pasado tanto desde entonces que casi lo había olvidado, pero ahora, sosteniéndolo entre mis dedos, sentía que ese objeto contenía respuestas que no estaba lista para enfrentar. Con manos temblorosas, lo abrí.
Dentro había una USB y una carta. Reconocí la caligrafía elegante, pero las palabras escritas en el papel eran inquietantes:
"La luna siempre se esconde cuando se acerca el día. Las sombras se ocultan entre las luces, pasando desapercibidas. Mira entre las sombras. No confíes en nadie y mucho menos en tu estabilidad. Recuerda que no estás tan cuerda como aparentas."Leí esas líneas una y otra vez. ¿Qué quería decir Kiara con todo esto? ¿Las sombras? ¿Mi estabilidad? ¿Qué sabía ella de mí que yo no sabía? Mi pecho se llenó de un frío inexplicable mientras miraba la USB. Algo dentro de mí gritaba que no debía abrirla, que no estaba lista para lo que contenía. Pero otra parte, una más oscura, me decía que la verdad siempre encuentra su camino.
Suspiré profundamente, guardé todo de nuevo y cerré el armario. No podía permitir que esto me distrajera ahora. Me esperaba el entrenamiento.
El aire frío del gimnasio golpeó mi rostro al entrar. Las luces brillaban con intensidad, iluminando los rostros concentrados de mis compañeros. Todos estábamos alineados, esperando instrucciones. El entrenador caminaba con su típica expresión severa, lanzando órdenes rápidas que nadie se atrevía a cuestionar.
Cuando comenzó el emparejamiento, traté de pasar desapercibida. Mi energía no estaba para combates complicados, pero como si el destino se estuviera burlando de mí, el entrenador señaló directamente hacia mí.
—Brenda, tú con Jheremy.
Mi corazón dio un vuelco. Levanté la vista y lo encontré observándome con esa mezcla de arrogancia y desprecio que me hacía querer golpearlo... aunque solo fuera para borrar esa sonrisa de su rostro.
—Esto será interesante —dijo él con una media sonrisa mientras se acercaba al centro del ring.
Tomé aire y lo seguí, recordándome que esto no era personal, que solo era entrenamiento. Pero mi cuerpo no parecía estar de acuerdo. Cada músculo estaba tenso, cada fibra de mi ser gritaba en alerta.
—¿Estás nerviosa? —murmuró Jheremy cuando estuvimos frente a frente, lo suficientemente bajo para que solo yo pudiera escucharlo.
—Deberías preocuparte más por ti mismo —respondí, intentando sonar más confiada de lo que me sentía.
Él rio, esa risa baja y burlona que siempre parecía un desafío. El entrenador dio la señal, y antes de que pudiera procesarlo, Jheremy lanzó el primer golpe. Lo esquivé por poco, retrocediendo para ganar algo de espacio.
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La venganza de Brenda Owen
Misterio / Suspenso¿Quién dijo que la maldad no puede ser tan seductora como peligrosa? En los rincones más oscuros de la mente humana, lo prohibido no solo atrae, sino que consume, dejando a su paso una sombra que acecha incluso a los más fuertes. Brenda Owen no es l...