Afrodita De Piscis

Despedida (Milo)

Jelou gentecita bella, aquí un fic que escribí hace dos años (lo encontré por casualidad en el foro de saintseiyayaoi.net) y que no comprendo por qué no publiqué acá al menos creo que no está, pero bueno.

Ya desde entonces escribía de Afrodita como mujer. Universo alterno.

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Milo manejaba hacia las afueras de la ciudad; la lluvia caía con gran intensidad y él iba completamente concentrado en el camino. sabiendo lo peligroso que llegaba a ser el asfalto mojado y lo que ocasionaban los conductores irresponsables; debía ir con precaución.

—Lamento que tuvieras que manejar en estas condiciones.

Milo sonrió con las palabras de su acompañante, Shura, el esposo de su mejor amiga, Afrodita, era del tipo de persona que no le gustaba pedir favores y detestaba «molestar» a los demás para algo que él necesitara, aunque en realidad no fuera ninguna molestia. Al menos, él no tenía problema alguno con llevar a cabo ciertas tareas.

—No es ninguna molestia, hombre. Sé que hubieras preferido que fuera Afrodita, pero...

—Lo sé, a mi nena le dio por hacer berrinche —Milo fue consciente de la sonrisa del español.

Le sorprendía lo bien que habían logrado llevarse, pese a que Shura había intuido que él estaba enamorado de Afrodita, jamás le tuvo celos, ni lo apartó de su amiga, tenía que admitir que era un hombre excepcional, pese lo mal que se habían caído el día que se conocieron.

Afrodita, recibió un duro golpe a los veinte años, sus dos padres fallecieron en un accidente aéreo; habían viajado por asuntos de negocios y no volvieron, lo que ocasionó que su amiga se sumiera en la depresión. En ese tiempo, ya llevaban dos años de amistad, se conocieron cuando él ingresó como pasante de abogado a la empresa del padre de Afrodita y ella, recién ingresaba a la carrera de comercio internacional.

Un año tuvo que pasar para que Afrodita volviera a salir y él no la había tenido fácil; primero, al ser él quien se hiciera cargo del tema de la herencia, sí no hubieran intervenido él y su padre, seguro entre familiares y socios, la dejaban en la calle. Luego, al impedir que se quitara la vida. Recordar ese día, aun le causaba escalofríos. Había sido una suerte que llegara a su casa cuando Afrodita estaba dispuesta a tomar un frasco de pastillas. Los meses posteriores habían sido exhaustivos.

Consultó a los mejores psicólogos, para que le orientaran, ya que Afrodita se negaba a recibir ayuda profesional, él se encargaba de buscarla para ella, hasta que un buen día, Afrodita le informó que se había vuelto a matricular. Eso le hizo sentir una pequeña victoria; fue testigo del esfuerzo que le suponía salir de casa todos los días, pero ella no se rendía y eso le llenaba el corazón de una calidez, que nunca antes había sentido. Y un buen día, la vio salir del campus en compañía de un chico de cabellos negros y una tímida sonrisa en los labios, en ese momento se preguntó cuánto hacia que no le veía sonreír.

Esa misma tarde, Afrodita le informó que iría al psicólogo y los cambios comenzaron a notarse seis meses más tarde, habían comenzado de manera muy sutil, pero él, los notó de inmediato. Primero fue el cabello, no se lo cortó, sino que lo comenzó a arreglar diferente; luego, vino el maquillaje y; al final, el guardarropa. Vestidos, faldas, blusas de colores alegres, todo eso marcó el cambio. Él lo vivió con ella y se sentía feliz, fue cuando descubrió que estaba enamorado, entonces vino lo que en ese entonces llamó el desastre.

Shura, que era el nombre del chico con quien la había visto en demasiadas ocasiones y que se había vuelto en un tema recurrente dentro de su conversación, continuaba saliendo con ella del campus y él, seguía yendo a recogerla al concluir las clases. Hasta que un día, recibió un mensaje en el que le avisaba que iba a salir y que regresaría tarde, que la iban a llevar a casa. Recordó que esa tarde se había alegrado de recibir ese mensaje, pues significaba que comenzaba a socializar. Tarde se enteró que quien ocupaba la mayoría del tiempo de Afrodita, era el español.