Perdono Y Olvido

68 6 0
                                    

La taza cayó al suelo y se hizo añicos en un ruido sordo. Milo la contempló frustrado, habían pasado seis meses de su resurrección y cinco desde que no veía a Afrodita. Luego de su primer mes de ser perdonados y regresados a la vida, ella había ido a buscarlo, confesado sus sentimientos y la razón del por qué los había callado en su primera vida. Él la había escuchado atentamente con el corazón golpeando su pecho de emoción por saber que siempre fue correspondido. La mención de Saga y su traición lo hizo rechazarla de forma poco amable. Había dicho cosas que ahora se arrepentía de haberlas pronunciado y ella las había aceptado con el rostro estoico. No rebatió nada y simplemente se despidió de él lamentando haberlo importunado con sus sentimientos. Al día siguiente se había ido, por Aioria sabía a una misión que ella misma había solicitado y con destino que solo el Patriarca sabía. Recogió los restos de la taza.

—No, el Patriarca no es el único que sabe —se recordó en voz alta. Tomó su desayuno apresurado y salió de su templo.

—Milo, buenos días —saludó Aioria extrañado por su visita.

Desde hacía un par de meses que Escorpio no abandonaba su templo más que para cumplir con su deber y cuándo él iba a buscarlo lo dejaba pasar pero rápidamente lo despedía, por Deathmask sabía lo que le sucedía a su amigo, pero él jamás lo habló con él así que poco podía hacer para ayudarlo.

—¿Está Deathmask contigo? No lo encontré en su templo —ignoró el saludo.

—¿Death...? —Aioria no pudo continuar con su pregunta porque el mencionado salió en seguida.

—Oí mi nombre en boca de un bicho ponzoñoso, no deberías acercarte Ria, te puede infectar —Aioria suspiró, sabía que Deathmask odiaba a Milo por ser el causante de la ausencia de Afrodita.

—¿En dónde está? —el Escorpio obvio las palabras de Cáncer y lo interrogó directamente. Deathmask alzó una ceja.

—¿Quién?

—Sabes de quién hablo, dime ¿en dónde está?

—No lo sé, pregúntale al Patriarca —respondió fingiendo ignorancia.

—No te hagas el que no sabes, no se iría sin decirte a dónde.

—Tienes razón —aceptó con una sonrisa—, pero a ti no te importa, ya le hiciste suficiente daño, ahora vete.

—Quiero hablar con ella, disculparme, fui un idiota ¿sí? —gritó frustrado por tener que exponerse delante de él, pero al menos había logrado expresarse con Deathmask, Shura ni si quiera lo había dejado llegar a su templo.

—Me alegro que lo aceptes, vive con ello —se encogió de hombros y se volvió a girar para entrar.

—Death... —la mano de Aioria lo detuvo y lo miraba con súplica.

—Sé qué es tu amigo, pero Afrodita es la mía y no permitiré qué sufra más —contestó inflexible.

—Está arrepentido y si ella lo perdona... -—dejó la frase al aire. Deathmask lo meditó un momento.

—¿Y si no lo hace? Me va a odiar por decirle en dónde está y Shura me va a arrancar las pelotas por lo mismo. No, no me voy a arriesgar, lo siento, Ria —sin decir más volvió a entrar a Leo.

Afrodita De Piscis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora