Cuatro

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Sentados alrededor de la mesa esperaban el turno de palabra concedido a cada uno. El director había escuchado atento la narración de Remus y el punto de vista de Harry. Incluso el chico vio en los ojos del anciano el deseo de que aquella posibilidad fuera cierta.

Hermione apretó la mano de Harry por debajo de la mesa. Ron asintió hacia su amigo en un gesto de comprensión y apoyo. Molly nunca vio con bueno ojos que Harry estuviera en una relación con un hombre como Snape y se mantenía callada en la reunión.

—Mantendremos a Harry en esta casa hasta que hayamos vencido a ese mago —anunció Dumbledore—. Podéis venir cuando queráis a visitarlo y pondré un encantamiento que nos avise de los rastros mágicos que pasan por aquí.

—¿Usted tampoco me cree? Es Severus.

—Harry, cariño —comenzó Molly algo impaciente—, si fuera él habría venido a esta casa directamente. Todos sabemos que no era ese mortífago desleal y cruel. ¿Por qué usar magia oscura para llegar a ti?

—Lo ha intentado hoy y le he atacado —se lamentó—. Dejad que le vea, no me hará daño.

—He estado en el bosque con Remus hace una hora— informó el director—. Lo que se percibe es magia oscura, poderosa y vital. Severus no poseía esa magia y he de añadir que su humanidad es escalofriantemente baja. No es él, muchacho.

—¿Puede ser un inferi? —propuso Ron—. No ha pasado el tiempo suficiente para que Snape sea un esqueleto.

—Cállate, Ron —mandó Harry superado por la frialdad de su amigo.

—Es eso o la poción multijugos. Si Hagrid le enterró no hay nada que hacer.

—Hagrid no fue quien lo hizo —matizó Hermione—. Ni siquiera sabemos quién fue.

—Lo siento, pero ya no podéis decidir por mí. Sea Severus o no me quiere a mí y sé lo que voy a hacer para encontrarlo. —Extrajo un objeto que guardaba en su habitación. Lo sostuvo en la mano y en la otra la varita—. Nuestros núcleos están unidos, fisurados y reparados entre sí. Un Traslador me llevará a cualquier lugar y a él conmigo si pienso en él.

—No —susurró su amiga, preocupada.

—Volveré con la respuesta en unos minutos.

—¡No! —gritaron todos. Harry vio varios brazos avalanzándose hacia él, pero ninguno llegó a rozarle.

En su mente solo estaba la imagen de Severus mientras aterrizaba en el bosque cercano al Valle de Godric donde estuvo con él en una ocasión. Esperó unos minutos escrutando las sombras en vano. Cada ruido le hacía saltar el corazón en el pecho y tras más de veinte minutos en medio de la nada tuvo que reactivar el Traslador y regresar a casa.

Dumbledore era el único que aún continuaba allí. Harry se desplomó en una silla sosteniendo la cabeza en ambas manos.

—He fallado. No ha servido para nada.

—Tranquilo, no tienes que culparte de esta manera. —Se agachó a su lado con una mano en su espalda—. Creo que no hemos sido justos contigo, Harry. Al fin y al cabo has sido tú quien realmente le ha perdido. Remus se ha casado, ha tenido un hijo y continúa con su vida. Yo conservo Hogwarts, a mis alumnos y a ti mientras que tú vives solo en una casa que odias y te recuerda a Severus.

—¿Por qué tuve que perderle? Ahora que éramos felices. Jamás vi a Severus tan resplandeciente.

—Tampoco yo.

—¿Hay alguna explicación para esto, señor?

—No funciona porque el núcleo de Severus simplemente no está. Tu magia vibra sí, pero no por la unión de los núcleos.

El regreso del invierno y sus Tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora