Trece

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Harry contempló unos segundos el cuerpo de Severus. Con lentitud tomó la varita de su mano y se levantó notando cómo una combinación de poderosas emociones se arremolinan en su interior. Elevó la cabeza enfocando al hombre al que jamás pensó tener que enfrentar.

—Ha llegado la hora de acabar contigo, Dumbledore.

—Sé que no me lo pondrás fácil. Tu magia es mucho más de lo que sabes controlar, pero como de costumbre por situaciones ajenas a ti. El escudo de tu madre, la conexión con Voldemort, la unión con Severus. No eres más que un mago con suerte.

—¡Expelliarmus! —La varita de Saúco no se movió de la mano del antiguo director haciendo que este comenzara a reír.

—¿De verdad esperabas que eso funcionara? Sería un estúpido si no protegiera su lealtad.

—¡Desmaius! —Dumbledore bloqueó el hechizo sin esfuerzo mientras que Harry trastabilló hacia atrás—. ¡Flipendo!

—Vamos, Harry, tienes que saber hacerlo mejor —se burló al evadirlo de nuevo.

—Inmobilus. —De repente cayó en la cuenta de que estaba utilizando la varita de Severus, no contaba con toda su lealtad a pesar de que sentía que no se resistía a él. Severus era más dado a las Artes Oscuras—. Petrificus Totalus.

Por primera vez rozó a Dumbledore provocando que el brazo donde sostenía la varita se quedara paralizado. El anciano tocó el brazo afectado con la mano contraria eliminando la maldición recuperando la movilidad.

—¿Intestas imitar a Severus? —Pasó al lado del cuerpo dándole un leve golpe con el talón.

—No le toque —amenazó Harry.

—Ya está muerto, muchacho, no importa. —Apuntó la varita a Severus ganándose el odio completo de Harry.

—¡Reducto! —pronunció hacia la varita de Saúco que tembló ante la maldición.

Dumbledore le observó asombrado porque uno de sus ataques hubiera hecho reaccionar a su varita. La alzó contra él dándole el tiempo justo para huir escaleras arriba. No recogería la suya, le mataría con la de Severus. Antes de poder alcanzar su habitación sintió un impacto en la espalda que le hizo caer de cara contra el suelo. La varita se escapó de su mano sin remedio.

—¿Cómo quieres morir? ¿Por la mordedura de una serpiente como en la que se estaba transformando tu querido Severus? ¿Un simple Avada Kedavra? ¿Agonizando con la felicidad que no vas a recuperar?

Harry alargó la mano hacia la varita teniendo que arrastrarse para poder siquiera rozarla. Al aproximarse la varita desapareció. El chico se levantó sabiendo que no tenía salida.

—¿Va a matarme estando desarmado? El gran mago Albus Dumbledore mata a alguien que no puede defenderse, ¿que dirán de usted al saberlo?

—No temas por eso. Tengo una coarta perfecta. Los hechizos de la casa os volvieron locos a ambos, Severus te atacó y para defenderte lo mataste. Al despertar de la ensoñación viste lo que habías hecho y decidiste reunirte con él.

—Es un desquiciado.

—Tal vez. Coge la varita y hazme frente.

—¡¿Cómo si acaba de arrebatármela?! —expresó histérico. La cara de sorpresa de Dumbledore le confundió aún más.

—Yo no...

—¡Imperio! ¡Incarcerous! —Dumbledore se envolvió a sí mismo con las cuerdas más poderosas que un mago podía crear. Harry vislumbró tras el director un cuerpo en pie totalmente libre de ese tono plateado que tanto le preocupaba a su dueño.

El regreso del invierno y sus Tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora