En la alfombra rosada, Marilyn con los ojos cerrados, acostada. Leon sosteniendo su mano, la miraba a ella. Miraba su pecho subiendo y bajar, con total tranquilidad. Pensó entonces en levantarse y apagar la luz de la habitación, pero no quería por nada en el mundo soltar la mano. Leon estaba en calcetines, con el pantalón corto y la camiseta que se puso para ver a los abuelos. Y Marilyn tenía ya una túnica para dormir. Quizás eran las diez o once de la noche. Afuera la lluvia resonaba un poco, no mucho, como un suave chasquido. Que amable era Marilyn, recibiendolo por segunda vez en el día y encima aceptando que se quedase a dormir sin mucha explicación. Parecía gustosa de que se quedasen juntos, de todas formas.
Leon cerró los ojos, dispuesto a dormir al lado de aquella muchacha, sin importar qué estuviera en el suelo. Pero el ladrido del teléfono lo llamó, desde la sala. Su madre, sí, su madre. Leon sabía que debía de estar desesperada y que si no contestaba, vendría a buscarlo. Ya le había dado la dirección correcta. Soltó cuidadosamente su mano, ella abrió un poco los ojos. Shh, ya vuelvo, le dijo Leon para darle un beso en la frente.
Camino entre la oscuridad del pasillo, no necesitaba ver para conocer el camino a la perfección. La puerta de la habitación de Aaron estaba abierta, pero no había luz. Leon pasaba por ahí cuando notó la silueta en el marco de la puerta, pero fue tarde. Aaron se abalanzó sobre él y le azotó el cuerpo contra la pared, luego lo tomó del cuello de la camisa y le dijo:
-Pedazo de imbécil, cada día caes más bajo.
Leon alejaba la cabeza todo lo que podía de Aaron, casi como si sacarlo de su campo de visión pudiera alejarlo físicamente de él. De todas formas percibió cierto olor..., en el aliento..., ¿jaspe?
-¿Te parece divertido? Insultarme, y luego ir a tirarte a mi hermana delante de mis narices.
-Lo siento.
Aaron lo alejó de la pared y luego lo volvió a golpear contra la misma. Quizás no era la respuesta que esperaba. Quizás era ilusión de Leon, pero sentía que Aaron tenía la fuerza de un maldito deportista.
-¿Es todo lo que vas a decir? Leon, maldito arrastrado de mierda..., ¿cómo es que te soporte por tanto tiempo?
Leon no podía distinguir a Aaron más allá de su silueta, ese hecho, sumado al dolor, las ganas de orinarse encima y el teléfono resonando, lo acabaron por aturdir tanto como para impedir que pudiera responder.
-Estoy fastidiado. De ti.
Otro golpe. Con ese golpe perdió la fuerza de las piernas y Aaron fue incapaz de sostenerlo por más tiempo, así que lo dejó caer al suelo.
-Escúchame, siempre fue difícil soportarte. Siempre fue difícil resistir las ganas de golpearte, pero había ocasiones en las que valía la pena tenerte de "amigo". Pero ahora, Leon, no has estado dándome nada a cambio, y todo lo que haces es molestarme. ¿No te parece descarado venir, hacer como que no existo, y luego besuquearte con Marilyn? Me jodes, ¿por qué no te mueres?
Leon se despertó con la mención directa de Marilyn. Se levantó, sorprendentemente Aaron le dio la oportunidad de levantarse.
-¿Por qué no te mueres? -repitió Aaron con la voz rasposa.
Leon intentó alzar un puño, impulsarlo hacia delante e intentar acertar el golpe. Pero, oh, era difícil no ver nada. Aaron respondió alzando una rodilla, que terminó de dar en su entrepierna. Leon cayó hacia delante, sin fuerzas, había olvidado lo muchísimo que aquello dolía. Era lágrimas puras y aullidos de dolor cuando Aaron le lanzó un escupitajo.
-Muérete. Hazme el favor de morirte, córtate las muñecas, salta del puente, cuélgate de la soga.
-¿Esas -dijo Leon sin lograr recuperar el aliento del todo-.... Esas cosas también te las dice tu padre?
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¿La amas, Leon?
Short StoryEs la historia de la silenciosa pero rápida muerte psicológica de Leon Sawyer, un muchacho de catorce años que atraviesa una violenta crisis en su vida social, familiar y personal. A mitad de esta crisis, aparece Marilyn, una extravagante chica quie...