Capítulo 1: El Yokai

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El clima frío solo es para algunos pocos, este invierno había sido más cruel con la naturaleza, más que de costumbre, se podía observar el paisaje cubierto por un blanco majestuoso por la nieve que habían dejado las innumerables tormentas en aquellas desoladas montañas, donde las cumbres se elevaban con gracia y sin miedo para llegar a alturas no gratas para muchos seres vivos, es allí donde delimitaba con un celeste intenso, iluminado por un sol radiante y orgulloso dando paso a una inminente primavera, era el tiempo perfecto para regresar a su pequeña aldea, después de bastante tiempo de duras prácticas de combate. Aquel Yokai vestido con ropa holgada y ligera, porque el frío no es un problema, es más, él se encuentra en su ambiente predilecto, ojos dorados pestañas largas y tupidas del mismo color de su corto cabello y sus hermosas y esponjosas orejas, un rosado fuerte que resaltaba entre la inmaculada nieve con su test blanca adornada de unas líneas azul oscuro simétricas que se extendían desde su cuello y a lo largo de su escultural figura, perdiéndose entre sus ropajes, agita con entusiasmo sus infladas, esponjosas y suaves colas de tonalidades azules como las líneas que trazan sus músculos con hermosas terminaciones blancas que se mimetizan con la fría nieve, en sus labios se posa una sonrisa orgullosa por haber cumplido su meta de entrenamiento rebelando sus blancos colmillos, sin dejar de mirar la ruta que lo devolverá junto a sus familiares, pone sobre su hombro derecho un saco con algunos chiches de regalos y emprende la marcha.

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Después de una semana de camino, puede ubicar la pequeña aldea escondida en el bosque, no se ha presentado en este lugar en 5 años, pero para ellos que tienen extensas vidas, es solo un breve tiempo, un suspiro. La aldea solo son unas pocas familias que se ayudan entre sí, por su naturaleza lo prefieren, lejos también de la civilización humana. Las pocas casas que componen el lugar se encuentran separadas por extensos jardines llenos de vegetación, las construcciones son amplias, confeccionadas principalmente de madera y rocas mimetizándose con su entorno natural. Mientras avanzaba, frunció su seño, algo no estaba bien, los otros Yokai deberían detectarlo, no siente que la aldea se encuentre vigilada como los años anteriores, donde los más pequeños salían a su encuentro, esta vez solo apresura el paso, cuando se encontraba a unos 500 metros de la entrada pudo sentir como algo jaló su pierna y brazo, por sus reflejos y fuerza fue fácil cortar ese "algo", sin embargo, el saco de su hombro estaba colgando en un árbol, enfoco su vista para captar la trampa y pudo notar unas delgadas y finas telas de araña que sujetaban firmemente el saco de chiches. Sus cejas se inclinan frunciendo su seño, deja el saco colgando y va a investigar a la aldea.

El Yokai rosa entra caminando, no se ve nadie circular o asomarse, no puede sentir la presencia de su hermano en la aldea, y su semblante cambia a uno de preocupación, acelera su ritmo, acelerando su paso y se dirige a su casa, abre la puerta y la vista es devastadora. Los muebles están rotos, desordenado y cubiertos de polvo.

"¡Hakuhi!, ¡Hakuhi!" comienza a avanzar por la casa, mientras llama a su hermano, "¡Hakuhi!, ¡Hakuhi ¡¿dónde estás?!!"no obtiene respuesta a sus llamados que comienzan a sonar desesperados. Se dirige nuevamente a la puerta principal y escucha su nombre.

"¡Akaza-sama!". Voltea su cara y distingue a un pequeño niño parado en el lindel de la puerta.

"¡¿Rui?!" dice acercándose al pequeño "¡¿Qué ha pasado?!, ¡¿dónde están todos?!"

"¡Akaza-sama!", el niño abraza su pierna "¡Akaza-sama, me alegra que regresara!"

Akaza observa al pequeño inspeccionando su estado físico, el pequeño es de cabello blanco y largo hasta los hombros. Aleja al niño de su pierna y se agacha para poder mirar sus peculiares ojos, de esclerótica roja con iris blanquecino.

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