Capítulo 10: Reunidos en el Rubí

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Un pie se movía rítmicamente sobre la superficie del piso de aquella habitación destinada a reuniones secretas, desde afuera solo parecía la entrada a una de las tantas bodegas del hostal, sin embargo, la puerta se abría a las personas que portaban una llave especial entregada por el mismísimo Gyutaro, la sala era amplia constaba de una pequeña mesa con el espacio suficiente para reunir cómodamente a seis personas, además de un pequeño escritorio acomodado frente a una de las paredes y finalmente un par de futones que tenían más de una intensión, funcionando para acoger a alguna persona herida, para recibir a un participante de la reunión que estuviese agotado y finalmente en caso de ser descubierta solo dirían que es para sus clientes que buscan el mayor anonimato. El chirrido constante hacía eco en la sala, denotando el nerviosismo del joven yokai que se encontraba esperando que se concretara la reunión acordada previamente en la finca del sonido.

"No debes preocuparte, Tanjiro-kun, Akaza y Renguku-san, llegaron al hostal, debemos tener un poco de paciencia, llegaran en cualquier momento". Hablaba calmadamente el mayor de los yokais.

El menor miró con vergüenza sus pies que parecían tener vida propia "Lo lamento, Keizo-san, pero al sentir esa presencia demoniaca expandirse por el local me ha dejado algo preocupado".

La mano del mayor pasó por la cabeza del menor con cariño "Ellos son más fuertes que eso, no te preocupes".

En esos momentos, la puerta se abrió, una figura alta y delgada pasó por ella, ambos reconocieron al portero del local ingresando a la habitación especial de modo despreocupado, como si ambos yokais no existieran, su mirada indiferente se posó en ambos "Akaza y cachorro, tardaran en llegar, mi hermana hizo un pequeño berrinche, y dejaremos el ambiente se tranquilice dentro del hostal".

El mayor de los yokais miró al delgado individuo "Mi nombre es Keizo, un agrado conocerte, muchas gracias por traernos el mensaje".

Tanjiro hizo una leve inclinación presentándose con el mensajero "Tanjiro, un placer conocerlo, señor, muchas gracias por su consideración"

El más alto y delgado bufó con fastidio "Solo díganme Gyutaro, soy uno de los dueños de este lugar, ayudamos a los cazadores desde hace décadas. Tengen me envió un mensaje avisando del arribo de un grupo peculiar que acompañaba a un cazador, pueden sentarse a esperar". Dicho esto, el peli-verde toma asiento alrededor de una pequeña mesa, siendo seguido en su acción por los otros dos.

El mayor quedó pensativo, el nombre Gyutaro sonaba en sus memorias, pasado unos momentos logró recordar y preguntó diretamente "Gyutaro, ¿eres el Gyutaro que entrenó con Akaza?"

El peli-verde, lo miró asombrado mientras lograba asimilar el trasfondo de aquellas palabras "nunca imaginé que Akaza relatara a alguien de sus entrenamientos... debes ser realmente cercano al él... entonces puedes adelantarme con lo sucedido y entender la razón de Akaza pegado a cachorro en esta misión".

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"Mis sentimientos te corresponden Akaza".

Aquella oración se reproducía en la mente del kitsune como un sueño hecho realidad, sus manos perdieron la fuerza con las que acunaban el rostro del cazador, sus ojos estaban llenos de sorpresa mirando aquella mirada de fuego fija en sus pupilas, su respiración se cortó por unos momentos mientras se repetía a si mismo que no se trataba de un dulce sueño, era real la respuesta tan directa y firme del rubio. En medio de aquella situación incierta, por el paradero desconocido de su gemelo, aquellas palabras pronunciadas por el cazador inundan su corazón de felicidad, sus ojos se humedecen y su labio inferior tiembla ante las emociones que hacen estremecer su cuerpo, su agarre regresa y esta vez parece de hierro, mientras acerca a su cuerpo pausadamente a un rubio ruborizado de mirada avergonzada, anulando la distancia entre ambos, el peli-rosa aborda los carnosos y suaves labios del cazador, comenzó con movimientos lentos y apasionados, el contrario regresaba la intensidad del beso y desliza sus brazos por sobre los hombros del kitsune, movimiento que este último aprovechó para recostar al rubio en la cama, posicionándose sobre este, mientras continuaba el asalto a sus labios, ingresando su lengua en la boca del menor, degustando todo, lo que momentos antes no pudo por la irrupción del mocoso inoportuno de Tanjiro. Kyojuro se sobresalta al sentirse invadido, sintiendo nuevas sensaciones en su cuerpo producido por el contacto de ambas lenguas frotarse dentro de sus bocas, es realmente agradable, tiene la sensación de ser atravesado por una corriente desde su nuca hasta sus pies, calentando su cuerpo cada vez más y Kyojuro siente por primera vez la necesidad de tocar y ser acariciado, su piel anhela el tacto de Akaza, quien mantiene una de sus manos en la nuca del cazador para profundizar y mantenerse unido al rubio, mientras la otra se desplaza hacia abajo y separa las piernas del cazador para acomodar su cuerpo entre ambas, sus cuerpos cada vez están más juntos, en respuesta el cazador se tensa, se encuentra acorralado bajo el torso de un kitsune fuerte y extremadamente apuesto, su posición lo hace sentir vulnerable sumado a su ingenuidad hacen que los nervios del rubio tomen el control de su inexperimentado cuerpo. Akaza puede sentir la inseguridad y los nervios del menor, cortando el ascenso de su lívido de golpe, suavizando inmediatamente el beso, dándole espacios al rubio para respirar y llevando sus inquietas manos a la espalda del contrario, apoyándose sobre sus codos descansa una por detrás del hombro derecho y la otra donde termina el omóplato izquierdo. Las acciones del peli-rosa calman los nervios del rubio, su cuerpo se relaja y agradece a los dioses la experiencia de mayor para manejar la situación tan exquisitamente bien, porque ahora devora su piel en su cuello mientras se aferra fervientemente al cabello y espalda del Kitsune y lucha por evitar que algún sonido salga de su garganta. El kitsune regresa a los labios del cazador, ralentizando sus movimientos, hasta terminar el beso con mimo juntando sus frentes con los ojos cerrados, su respiración es algo agitada, pero se las arregla para llegar cerca de la oreja del cazador y hablar lo más sensual posible en un susurro "Kyojuro, haz convertido un día cualquiera en uno memorable, me hace muy feliz ser correspondido". Al separarse para ver la reacción del menor dos manos lo llevan de regreso al rostro del cazador, es el rubio quien con una sonrisa boba y enamorada reparte besos en el rostro del mayor, la acción llena el corazón de Akaza quien, al sentirse abrumado, se esconde en el cuello del menor, este acaricia su pelo con ternura "Este es un día especial para ambos, tendremos muchos más a partir de ahora en adelante", habló con convicción el rubio mientras abrazaba a un sentimental kitsune.

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