EXTRAVIADO

Capítulo 4: La Finca del Sonido

Cuando Kyojuro abrió lentamente sus ojos, pestañando varias veces, pudo percatarse que se encontraba en su dormitorio, estaba amaneciendo, el peso sobre las extremidades superiores lo hizo levantar levemente su cabeza para encontrarse con los pequeños bultos a su alrededor, los niños estaban durmiendo alrededor de sus brazos, era una escena sumamente tierna. Recordó al kitsune, sintió las dos presencias ajenas en su hogar, así como también percibió su recuperación, sus pulmones no dolían al respirar, sin molestias es sus huesos o músculos, se concentró en cada una de las lesiones de las que se estaba rehabilitando y ninguna de ellas estaba presente en ese instante. Alguno de los presentes debía saber muy bien algún extraordinario hechizo de sanación, los ánimos estaban calmados, por lo que supuso que el malentendido ya estaba solucionado, tal como su estado de salud. "Senjuro" dijo moviendo suavemente el brazo ligado al pequeño para despertarlo. "Senjuro" llamó otra vez, consiguiendo que el menor comenzara a moverse letárgicamente, perezosamente abrió sus ojos y luego de un par de pestañeos despejó su mente y despertó a sus amigos con un fuerte "¡Hermano!" abrazándolo muy fuerte por el cuello. Las alegres carcajadas del rubio mayor no se hicieron esperar resonando por toda la habitación.

"Rengoku-san" hablaron los hermanos con emoción abrazando al nombrado.

El cazador les devolvió el abrazo con alegría, "lamento haberlos preocupados, ahora me encuentro en perfectas condiciones" afirmó entusiasmado el rubio. Su estómago rugió en protesta, y las risotadas que salieron de él después de eso alegraron el ambiente quitando todo el manto de preocupación por el que pasaron en las horas de recuperación.

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Risas y expresiones de alegría despertaron al par de yokais que se encontraban en la sala, los pasos rápidos en su dirección hicieron que la ensoñación se alejara de ellos instantáneamente. Eran el pequeño humano y el joven yokai, se veían felices. Pasaron veloces como un rayo y solo dijeron al unisonó los "buenos días", directo a la cocina. Keizo se rio suavemente por el comportamiento juvenil.

"Muy buenos días" escucharon fuerte y claro, ambos se voltearon y encontraron al cazador vestido completamente de negro, sus ojos tenían ese brillo especial, una cicatriz estaba sobre el ojo izquierdo, el daño que Akaza provocó fue reparado, quedando sólo la marca del ataque, le daba un aspecto de chico rudo que contrastaba con la amabilidad y felicidad que desprendía. La pequeña Nezuko estaba en sus brazos, la cual al sentir la mirada del peli – rosa se aferró más fuerte a Kyojuro, juntando sus mejillas de forma intimidante.

Ambos Yokais se levantaron e hicieron un saludo absolutamente cortés frente al humano, "Es una grata sorpresa que ya se encuentre recuperado, mi nombre es Keizo, un Yokai de las montañas al norte de aquí, cuido de los lobos del boque circundante." Se presentó tranquilamente el mayor de los demonios.

"Soy el cazador Kyojuro Rengoku al servicio de la familia Ubuyashiki" dijo acercándose con la pequeña en sus brazos. "veo que ya conocen a Nezuko, Tanjiro y a mi hermano Senjuro"

Luego Keizo y Kyojuro miraron a Akaza que no reaccionaba, porque mantenía una guerra de miradas con la pequeña sanguijuela colgada del cuello del cazador. Al sentirse observado, volteó su mirada al mayor y luego al rubio, un pequeño rubor se posicionó en sus mejillas que contrastaba con su semblante serio "Akaza, ... Kitsune de nieve" fue la escueta respuesta del peli – rosa.

El rubio asintió conforme, ahora está seguro que el kitsune ya está más tranquilo, "Por favor, pasen al comedor, hay mucho de que hablar" dijo poniendo a Nezuko en el sillón, mientras la arropaba para la comodidad de la menor, finalizando con una suave caricia en la mollera de la pequeña.

Akaza sintió que su pecho se detenía, el cazador no tiene indicios de rencor por sus acciones, es más, lo ha invitado a charlar y él ni siquiera se ha disculpado. La culpa y la vergüenza lo invaden, más cuando ayuda tan gentilmente a esa mocosa con la pierna lastimada. "Lo lamento" salió por fin de sus labios. El cazador le dio una mirada de sorpresa y luego una risa amable adornó sus facciones.