Capítulo 19: Nuestra Fortuna

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A las primeras horas de la mañana, regresó a la habitación que compartía con Kyojuro, con un jarro de agua fresca en sus manos y se encontró al rubio tendido en la cama abrazado tiernamente a su hermano Senjuro y a Tanjiro, tal imagen le molestó con creces al kitsune, los menores sintieron el disgusto del kitsune. "Akaza, puedes ir a descansar a otro cuarto, quiero cuidar de mi hermano"

Para el peli-rosa esas suaves palabras del hermano menor de su sol eran casi una declaración de guerra "No te preocupes, no estoy cansado, los kitsunes tenemos mucha energía".

"Me parece fantástico, porque yo requiero cargar mi estado de ánimo y los abrazos de mi hermano son la mejor medicina" sonrió victorioso el menor. Tanjiro lo miraba asombrado, el tierno niño podía sacar las uñas cuando de Kyojuro se trataba, este comportamiento ya lo había presenciado con anterioridad al conocer al kitsune.

El peli-rosa estaba a punto de iniciar un berrinche hasta que Tengen apareció por la puerta "Akaza, ¿puedes acompañarme un momento?"

Por la seriedad de la cara de Tengen, el kitsune salió de inmediato algo malhumorado de la habitación "¿Qué sucede?" preguntó directo y cortante.

"¿Puedes acompañar a Makio al mercado?"

"¿Qué?"

"Gracias, sabía que podía contar con tu ayuda"

"No he aceptado"

"Entonces no podremos preparar batatas duces para Rengoku, es una lástima..."

"Iré..." mencionó en tono de fastidio el peli-rosa.

Tengen se asomó nuevamente en la habitación del rubio que había despertado medio sonámbulo, "Akaza estará fuera durante la mañana, pueden cuidar de él tranquilamente".

Los niños sonrieron aliviados, cuidarían al cazador sin la mirada clava cuchillos del kitsune.

Tengen estaba atento al sonido del corazón de sus invitados y Senjuro había estado inquieto por la sobreprotección del kitsune hacia el rubio, el pequeño niño siempre había cuidado de su hermano y ahora estaba siendo desplazado por un extraño. Por otra parte, el kitsune estaba tranquilo sólo en compañía del rubio somnoliento, si estaba lejos del cazador o este dormía a su lado, el sonido del kitsune era algo abrumador. El albino, solo esperaba que Kyojuro despertara pronto totalmente lúcido. Aunque sabía que debía plantear una tregua entre ambas partes por los derechos sobre el cuidado del Rengoku mayor, para que pudieran llevar la fiesta en paz.

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Habían pasado veinte días en total desde su encuentro con el Dragón, y ocho desde que separaron tareas con Senjuro. El pequeño cuidaría a Kyojuro en las mañanas y Akaza prepararía los alimentos del rubio, mientras que parte de la tarde y noche era el kitsune que se encargaría.

Era de madrugada, demasiado temprano para levantarse y el kitsune ya se encontraba despierto, acostado de espalda al lado de su amado quien dormía plácidamente acurrucado en su brazo, aunque de vez en cuando se movía para pasar una pierna por encima del kitsune o lo abrazaba o simplemente tomaba su mano. Akaza suspiro y dejó de contemplar al durmiente cazador y mirar el cielo, quería saber de su aldea, quería llevar al rubio y suponía que su mini copia iría pegada, pero ya anhelaba poder tener a su amado despierto.

"¿Akaza?"

Los ojos del peli-rosa se abrieron en sorpresa, la voz rasposa de Kyojuro hizo eco en sus oídos, el kitsune observó al cazador quien lo miraba traspuesto, con sus ojos a medio abrir. En el tiempo que el rubio lleva somnoliento no ha pronunciado palabra, lo que provocó un sobresalto en el peli-rosa, sin embargo, salieron suaves palabras para el rubio "Kyo, al fin despertaste" llevo su mano libre al rostro del rubio.

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