Capítulo 2

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Hiro se encontraba de vuelta golpeado rápidamente el lápiz en su escritorio. Un plato frío de sopa yacía a su lado. Los gritos que provenían fuera de la ventana llenaban su cabeza y no lo dejaba pensar. Miró la hoja en blanco bajo sus manos una vez más. Las ideas simplemente no le llegaban. En momentos así, el pediría ayuda, pero no quería. Unos suaves golpes en la puerta lo hicieron arrugar en papel, molesto.

-¿Ahora qué?-Preguntó. Su tía Cass entró a la pequeña habitación con un vaso lleno de un extraño líquido colorido.

-Hiro, fuiste tú?- Sostuvo el vaso en alto y sacudió su contenido.

El solo giro en su silla y mantuvo la mirada baja. Cass sacudió el vaso y el extraño líquido mezcló los colores, dejando pequeños tonos en todo el vaso. El escucho como una gota se deslizaba por el borde, hasta tocar el piso. ¿Cómo podía escuchar algo tan silencioso? Simple. Pasaba tanto tiempo solo en su habitación que sabía escuchar cada movimiento o sonido, por más silencioso que fuera.

-¿Y bien?- Ella colocó una mano en su cintura, la otra aún sosteniendo el vaso- Quiero una respuesta, y no me des la espalda.

-Si- Se puso frente a frente con su tía. Una voz resonó en el fondo de su cabeza.

¡MENTIRA! 

Ella asintió levemente y volvió a insistir sobre Tadashi y el instituto antes de marcharse. Hiro soltó un pequeño suspiro, apretando los labios en una fina línea. La ventana estaba abierta, dejando que los gritos siguieran entrando. Sus ojos se alejaron de aquella visión y se posaron en el papel en blanco luego de revisar la habitación. Debía distraerse, y así calmarse. Necesitaba inspiración para un nuevo proyecto. Agarró el lápiz y lo apretó entre sus dedos. Camino alrededor de la habitación. Sus manos acariciaban el lápiz como si fuera lo más preciado. Luego de un par de vueltas, sus paños se empezaron a cerrar, apretando el lápiz con fuerza.

HIRO. SE VA A ROMPER. BASTA.

Las voces se mezclaban con las de afuera y resonaban por su cabeza. Su manos solo apretaban el lápiz con más fuerza. Unas voces distintas llegaron a su cabeza. Rasposas y oscuras, trataban de ser escuchadas.

NO HAGAS CASO A LAS SOMBRAS. HAZME CASO A MI.

¿Sombras? ¿Que estaba pasando con su cabeza? A este punto todo daba vueltas, se sentía mareado. Suspirando, se dejó caer en la cama y soltando el lápiz. Las voces se fueron disminuyendo, pero habían unas que aún lo atormentaban. Necesitaba salir, hacer algo para despejarse. Algo que lo hiciera sentir libre. Miró a través de la ventana. Tal vez, solo tal vez si probaba una vez más...

Estaba decidido, volvería a las peleas de robots.

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