Capítulo 3

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El joven de cabellos negros tomó una campera deportiva que encontró tirada en el piso de su cuarto y rápidamente se la colocó sobre sus hombros, una leve sensación de calor invadiendo su torso gracias a la delgada prenda. Luego de colocar la capucha sobre su cabeza, agarró una mochila y la llenó de pequeños robots que yacían por su cuarto, los cuales estaban inutilizados desde la última vez que se unió a una pelea de robots. Colgándola sobre su hombro izquierdo, se encaminó hacia la puerta para escabullirse sin ser visto. En cuanto pasó por la cocina, notó como su tía Cass dormía con su cabeza sobre el mármol, un libro de cocina entre sus manos y su cuerpo siendo soportado por una silla de madera. Rodó sus ojos y bajó por las escaleras. Pasó por el café antes de cerrar la puerta, sus ágiles pies moviéndose en dirección del ruidoso callejón al que tanto solía recurrir antes.

Solo le tomó un par de minutos para acercarse a las peleas, ya que lo único que debía hacer era cruzar la calle y adentrarse entre las estrechas calles para llegar a su destino, la cual no estaba muy bien escondida.

Hiro avanzó de manera callada y sigilosa y miró alrededor. Tomó asiento frente a uno de los competidores libres, suspirando levemente y depositando unos billetes para las apuestas. Su oponente lo miró de reojo antes de reír.

-Ah, con que decidiste volver. No creí que el "chico prodigio" volviera a tomar este camino.

-Calla, no te metas en asuntos que no son de tu importancia...-El chico suspiró mientras sacaba un robot de su bolsa.

-Preparados...–Una alta y delgada mujer colocó un abanicó entre ambos robots, moviéndolo levemente- ¿Listos? –Sacó el abanico y lo apoyó sobre la bandeja con dinero de apuestas- ¡Comiencen, ya!

Con gran facilidad, Hiro controló su robot con un pequeño aparato que solamente constaba de dos botones y dos palancas. Sus dedos se movían de manera ágil, instantáneamente recordado su viejo hábito. Mientras que su oponente ponía distintas expresiones para demostrar sus sentimientos, Hiro tenía la cara seria. Sus ojos estaban centrados en el robot, sus labios presionados entre sí. No parecía estar disfrutándolo mucho. Aun así, lo distraía y lograba relajar su mente de sus problemas que tanto lo acosaban.

-¡Como mier...! –El hombre con el cual Hiro competía golpeó su control contra el piso, frustrado por su derrota- Dime niñato... ¿Cómo lo lograste?

El joven de cabellos oscuros simplemente se encogió de hombros, dedicándole una sonrisa triunfal.

-Se llama talento. Deberías aprender sobre eso, aun que dudo que sea posible para alguien como tú.

Con ese comentario había cruzado la raya. El hombre mayor se lanzó sobre Hiro, golpeándolo en la cara. Este logró bloquearlo a tiempo, pero cuando lo volvieron a atacar, no se pudo defender y su ojo derecho recibió el golpe. El tercer puñetazo le partió el labio. Gruñendo, la mujer dueña del abanico enroscó sus brazos alrededor de la cintura del atacando de Hiro y los apartó.

-¡No golpees a un niño, imbécil! –Gritó de manera alterada- Además, que te dije sobre peleas? ¡Nada de contacto físico!

Mientras tanto, Hiro golpeó la mano que otro adolescente le había ofrecido para ayudarlo a levantarse. Se limpió su labio sangrante y tomó sus pertenencias.

-No soy un niño –El murmuró antes de salir corriendo.



Nota:

ICE SIEMPRE CUMPLE SUS PROMESAS. LES DIJE QUE CONTINUARÍA LA HISTORIA. Disculpen si cambió la manera de escribir, pero pasó un año y no me sale igual :/

Equisdé, espero que igual sea de su agrado.

►Ice


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