(IV) Deberes Reales.

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El sol se asomó por el horizonte de la opulenta ciudad de Gongmen, y tal como ocurría en el Valle de la Paz, un enorme gong marcó el inicio de un nuevo día de la ajetreada ciudad. A los pocos minutos, Fang Yin irrumpía en la habitación de Tigresa con una euforia algo abrumadora para horas tan tempranas de la mañana.

Fang Yin: - ¡Buenos días, pequeña! ¡El sol ya salió y es ora de le... -

Fang Yin pensaba que iba a despertar a la maestra, pero para su sorpresa, Tigresa ya se había levantado, y ya se había hasta cambiado de ropa y tendido su enorme cama.

Tigresa: - Buenos días, Fang Yin. - Decía mientras cepillaba su pelaje con un rústico y viejo cepillo de madera que usaba desde hace mucho.

Esta escena es similar a cuando Mulán se prepara para ver a la casamentera, pero sin la canción XD.

Fang Yin: - Oh. No, no, no, no, no. - Tigresa no sabía que le pasaba a la cabra. - Maestra Tigresa. Ahora es parte del Consejo de Maestros y vive en el Palacio Imperial. -

Fang Yin aplaudió con sus manos dos veces, y una decena de sirvientas del palacio; todas féminas, entraron en la habitación cargando cientos de cosas. Las sirvientas irrumpieron tomando a Tigresa por sorpresa, y sin consultarle a la maestra, comenzaron a asistir a la muy confundida felina.

Dos de las sirvientas empujaron levemente a Tigresa tras unos bastidores, y sin previo aviso, comenzaron a desvestirla y la dejaron caer sobre la tina, la cual habían llenado previamente con agua caliente. Tigresa sacó la cabeza del agua confundida, pero antes de poder reaccionar, un par de sirvientas le aplicaron jabón y otros productos y comenzaron a cepillarle todo el cuerpo. Mientras tanto, Tigresa vió cómo una de las sirvientas recogía sus pertenencias y las ponía dentro de su mochila.

Tigresa: - Oye espera. Eso es importante. - Sin embargo, la sirvienta terminó de recoger las cosas y las puso a un lado.

Fang Yin: - No te preocupes querida. Ya no los necesitarás más. -

Tigresa: - Pero... -

Fang Yin: - Nada de peros. - Mientras tanto, la misma sirvienta llenó la cómoda con varios productos y artículos personales lujosos, aunque Tigresa no conocía casi ninguno de ellos.

Finalmente, las sirvientas terminaron de cepillar el cuerpo de la maestra, la enjuagaron y comenzaron a secarla con cuatro finas toallas al mismo tiempo. Tanta fricción provocó que el pelo de Tigresa se parase de punta, y la felina parecía una esponjosa y simpática bola de algodón. Pero no por mucho, pues las sirvientas comenzaron a cepillarla para acomodar su pelaje.

Tigresa estaba muy confundida, y era evidente que no tenía ningún control de la situación. Para cuando pudo reaccionar, una de las sirvientas portaba un enorme espejo donde Tigresa pudo observar su reflejo, pero lo que vió no fue mucho de su agrado.

Las sirvientas la habían vestido con un estrafalario vestido dorado con cientos de adornos. Y en su rostro, una enorme cantidad de polvo blanco ocultaba su cara junto a extravagantes colores púrpura y azules que decoraban sus largas y negras pestañas, y para concluir, unos finos e intensos labios rojos dibujados sobre su hocico.

Fang Yin: - Ohhhhh. Te ves preciosa. - La verdad Tigresa parecía una piñata.

Tigresa: - ¿Es una broma? ¿Cierto? - Tigresa la miró con cara de poker.

Fang Yin: - ¿Qué ocurre, pequeña? ¿No te gusta? -

Tigresa: - Creo que es algo... exagerado. ¿No tiene algo más que se adapte a mi? -

Fang Yin: - ¿Qué quieres decir? Ese vestido se adapta a ti perfectamente. - Dijo con mucho entusiasmo.

Tigresa: - Me refiero a algo que me permita hacer Kung Fu. -

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora