(XXXIV) - Corazón Roto

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El rostro de Tai Lung mostró preocupación casi de inmediato. ¿Una trampa? ¿Qué clase de trampa? ¿Podrá llegar a tiempo para advertirle? La preguntas rondaban en su cabeza con mucho pesar y miedo. Mono, con mucha dificultad para andar, logró acercársele y apoyar la mano sobre el hombro del felino entre el humo y las llamas.

Mono: - Ve. - Dijo a duras penas. 

Tai Lung: - Pero... ¿Qué hay de ti? - Le preguntó, mirando el cuerpo malherido del primate. 

Mono: - Estaré bien... Jeje... He salido de situaciones peores... Cof... Cof... Ve. Cuídala por nosotros. -

A Tai Lung le costó mucho esfuerzo aceptar la realidad, pero no tenía mucho tiempo que perder. Con una gran decisión en su rostro, asintió con la cabeza mientras dejaba el cuerpo sin vida de Fang Yin sobre el charco de su propia sangre sobre el suelo, mirar al maestro una última vez, y lanzarse a la carrera en la misma dirección por la cual Lee y Tigresa había ido. Mono sólo podía ver cómo se alejaba, sabiendo que sería incapaz de alcanzarlo. Además, usó sus últimas fuerzas para alentar a Tai Lung, pues cuando el leopardo de las nieves se alejó lo suficiente, el primate calló al suelo de la fatiga, envuelto en una amenazante cortina de humo negro y llamas que se arremolinaban a su alrededor. 

Por otro lado, la persecución de Lee por parte de Tigresa fue todo un desafío. La maniática oveja tenía oculto tras esa cámara un densa red de túneles con railes, los cuales usó para escapar de la felina usando un vagón de minas. Tigresa era rápida, pero no lo suficiente para alcanzar un vagón de minas que descendía al interior de la tierra a gran velocidad, afortunadamente, su olfato podía guiarla hacia su "presa." Y no tardó mucho tiempo en encontrarse una vez más en una misterios cámara oscura. 

El rastro de Lee la guio hacia ese lugar. Eso podía saberlo con certeza. Pero no tenía pista alguna de donde se encontraba ese escurridizo der. Su esencia se difuminaba casi de inmediato, cómo si algún extraño olor opacara el suyo. Tigresa hacía su mejor esfuerza para observar alrededor, pero sólo podía varias pilas de tarecos, escombros, y enormes pedazos de tela cubriendo quién sabe que en varios lugares. La felina intentó olfatear la esencia de Lee una vez más, pero ese peculiar olor confundía su nariz, ese olor a... ¿pólvora? 

Lee: - Bueno... bueno... bueno. Debo admitirlo. Eres mucho más persistente de lo que esperaba. - Su voz hacía eco en la cámara, pero era imposible determinar de donde provenía. 

Tigresa: - ¡Muéstrate! ¡Cobarde! - Gritaba colérica, sin ningún control de sus emociones. 

Lee: - ¿Y por qué haría tal cosa? -

Tigresa: - ¡Para poder arrancarte la cabeza del pescuezo! -

Lee: - Uhhh. ¡Qué miedo!... Esas no son las formas de un maestro del Kung Fu. -

Tigresa: - ¿¡Qué sabras tú de eso!?... ¡Mataste al maestro Cocodrilo con tu artimañas, y disparaste a Fang Yin por la espalda después de haberla torturado, a pesar de ser tu aliada! ¿¡Quién sabe que otros actos macabros habrás cometido en tu vida!? -

Lee: - Ja ja ja ja. - Reía cínicamente. - Eso es algo que hasta yo mismo he olvidado. -

Tigresa: - ¡Entonces muéstrate!... ¡Para acabar yo misma con tu miserable vida! -

Lee: - Ja ja ja. - Volvió a reir. - ¿Crees que soy un tonto? ¿Crees que soy tan ignorante como Shen?... Se muy bien de lo que tu Kung Fu es capaz... Y de lo que no... -

De pronto, la sombra de Lee se mostró sobre una de las grandes lonas que cubrían el lugar. Usando una daga desgarró parte de la fibra, rasgando el recubrimiento y revelando un arma aterradora. Y al mismo tiempo, un recuerdo de los más traumática para Tigresa. 

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora