(XXV) Pacto de Honor

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Varias horas antes:

Era casi medianoche, y toda la ciudad de Gongmen caía en un profundo sueño. Muy pocos eran aquellos que permanecían despiertos, pero no sin un buen motivo.

Sun Ce se encontraba en su habitación en el Palacio Imperial, un tanto apartada de los cuartos principales como el Salón del Trono o las habitaciones de los funcionarios del gobierno. Un lugar tranquilo, lejos del caos burocrático del palacio, rodeado de un pacífico jardín cubierto de nieve y un pequeño estanque congelado.

El enorme rinoceronte meditaba tranquilamente sentado sobre el tatami. Sus ojos estaban cerrados y su respiración era lenta y profunda, cómo alguien que tratase de borrar algunas huellas del pasado. El silencio del invierno era pacificador, y solo el leve sonido producido por la pequeña flama que iluminaba su cuarto era audible. Una pequeña vela de cera que malamente iluminaba la habitación y proyectaba su enorme sombra sobre la puerta del recinto.

Todo era paz y tranquilidad, hasta que unos pasos se escucharon acercarse al lugar. Los pasos se detuvieron, y la luz de luna reflejó sobre las finas paredes de papel una silueta enorme que se arrodillaba justo antes de abrir la puerta de corredera con delicadeza. Se trataba de otro rinoceronte, uno de los subordinados del capitán de la Guardia Imperial, y al parecer, portaba noticias urgentes que debían ser entregadas a tal hora de la noche.

Subordinado: - Mi señor, ya es hora. - Dijo con voz serena.

Sun Ce: - Muy bien. Reúne a los otros. Saldremos en diez minutos. -

El subordinado asintió levemente y procedió a cerrar la puerta con delicadeza antes de retirarse del lugar.

Sun Ce abrió los ojos lentamente, y miró por unos segundos la tenue llama que bailaba frente a él. Su rostro carecía de expresión, pero sus ojos mostraban una inexplicable tristeza. Se puso de pie lentamente y se dió la vuelta hacia una de las esquinas de la habitación, donde una armadura negra descansaba sobre un soporte. El enorme rinoceronte se detuvo enfrente, y colocó una mano suavemente sobre la placa pectoral de la armadura.

Sun Ce: - No te defraudaré. Padre. - Dijo con voz melancólica mientras algunos recuerdos lo llenaron de orgullo y tristeza.

El capitán procedió a ponerse su armadura. Las diferentes piezas iban encajando en su lugar mientras se amarraban con fuertes sogas unas con otras. Sun Ce era el único capaz de acoplar la pesada armadura por su cuenta.

Una vez todas las piezas descansaron en su lugar, agarró una espada ornamentada, con vistosos detalles grabados en oro y la amarró a su cinturón, de seguro un antiguo regalo del emperador que trascendió por su familia de generación en generación. Tomó en casco entre sus manos y lo miró por unos segundos. Tenía un dragón de bronce tallado sobre la frente, cuyos ojos lo miraban como intentándole recordar algún juramento.

Con el casco en su mano, se dió la vuelta y se dirigió a la puerta de la habitación. La abrió con delicadeza y justo al frente, los veinte rinocerontes miembros de la Guardia Imperial esperaban con la rodilla derecha apoyada sobre la nieve, listos y esperando por su capitán.

Subordinado: - Mi señor, la Guardia Imperial espera por sus órdenes. -

Sun Ce: - Muy bien. En marcha. - Dijo mientras se ponía el casco.

Los pasos de los enormes seres no pasaron desapercibidos por los pasillos del Palacio Imperial. Algunos osaron asomarse, pero volvieron al interior de sus habitaciones cuando vieron la luz de las antorchas que iluminaba las imponentes armaduras negras acercarse. Algunos ojos miraban con descontento desde la distancia, pero nadie se atrevía a interponerse en su camino. A los pocos minutos, Sun Ce y sus subordinados salían por la puerta principal del Palacio Imperial.

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora