Era ya sábado por la tarde, Anastasia se encontraba en su habitación mirando por la ventana. Habían pasado varios años desde que se había casado y hoy por fin decidió hacer algo por ella, la lluvia acompañaba ese sentimiento de decepción que tenía por sí misma. En unas horas se encontraría lejos, muy lejos de lo que para ella representaba los peores años de su vida. Aarón, su esposo, llegaría al día siguiente solo para encontrar los papeles de divorcio y una carta, aunque lo negara, ella le tenía un cariño muy fuerte y pese a los años de casados que realmente representaban malos momentos, ella seguía recordando aquella felicidad que tenían cuando jóvenes...
Creí que tendría muchas cosas que decirte, pero ahora que estoy escribiendo esto simplemente no hay nada. Aarón, mi esposo o bien mi exesposo, en algún punto te llegué a odiar, pero mi corazón se sigue estremeciendo al pensar en ti, aunque he comprendido que todo ha sido culpa mía, te forcé a este matrimonio desde el principio. Aún sigo preguntándome por qué después de nuestro compromiso todo se acabó, pero... Ya he decidido que no voy a seguir detrás de todas las decisiones que he tomado, simplemente estoy cansada de vivir de esta manera sabes...
Solo me queda decirte que lo lamento, realmente lamento haberte hecho sufrir por tantos años, cuando nos volvamos a ver, por favor sonríeme, sonríe como cuando éramos tres, porque eso es lo único que quiero volver a ver de ti.
Con mucho cariño, Anastasia Winter.
El mayordomo principal entró apresuradamente a la habitación de Anastasia, «incluso al final no va a haber respeto por parte de ellos», dijo ella para sus adentros.
Se levantó con una mirada sería y preguntó— ¿Qué es lo que ocurre para que entres sin mi permiso?
—Duquesa, me han informado que el amo sufrió u accidente cuando venía de regreso debido a la lluvia —respondió firme a su postura.
—Si sucedió por la lluvia no creo que fuera algo grave, solo retraso su llegada, pero envía algunos caballeros por si los necesita —contestó Anastasia con toda la calma del mundo e ignorando completamente su acto tan grosero —por favor déjame sola, no quiero ninguna interrupción —añadió.
El mayordomo salió tan pronto como sintió que el estado de ánimo de la duquesa no le beneficiaría en nada.
—Un accidente, esta vez te esmeraste en darme una excusa —susurró cuando se fue el mayordomo.
Acto seguido tomo la carta de hace unos minutos y los papeles de divorcio y se dirigió al estudio de Aarón para dejar lo último que le quedaba. Un sentimiento empezó a inundarla, por alguna extraña razón sus pasos se sentían cada vez más pesados, su mente estaba otra vez en un estado de confusión; por un lado, quería con todas sus fuerzas parar de caminar, detenerse y tomarse unos minutos para analizar la situación, pero por el otro algo le susurraba que tenía que llegar a ese estudio, tenía que estar allí, algo o alguien la estaba esperando. Como si no pudiese controlar su propio cuerpo, llego al estudio donde una bocanada de aire hizo que su corazón se acelerara junto con un sentimiento muy profundo de desconfianza. Miro el pasillo e incluso podría asegurar que toda la mansión se sentía fría como si fuera un lugar desconocido, el miedo se apoderó de Anastasia, pero, aunque trato de no girar la perilla del estudio, lo hizo.
Anastasia entró al estudio poco a poco, mirando cualquier cosa que se le cruzara por delante cuando escuchó el suspiro de alguien detrás de ella e instintivamente se dio la vuelta para ver a una persona encapuchada. A primera vista podía notar que era un hombre con una figura similar a la de Aarón, pero él no le jugaría ese tipo de bromas, por lo que simplemente se quedó inmóvil del miedo.
—Otra vez Anastasia, tú nunca aprendes —escuchó en su oído como si de un susurro se tratase seguido de una pequeña risa, pero cuando trato de voltearse solo pudo sentir el empujón de alguien, quedando justo enfrente del hombre encapuchado.
—Anastasia Winter hoy por fin lo lograré —confesó este hombre mirándola con desprecio— hoy estoy de suerte, ¿no?, nos volvemos a encontrar a solas —gritó el hombre mientras tomaba a Anastasia por el cuello.
—Theodosia... —pronunció Anastasia muy a tientas por la fuerza que este hombre le estaba dando, ¿es que se ha vuelto loco?
— ¿Cómo te atreves a mencionar ese nombre?, eres una maldita —recriminó el hombre soltándola y haciendo que cayese al suelo.
Hace solo unos días Anastasia le había prometido a Theodosia que iría con ella al ducado Winter, hace unos días había decidido que se iría para siempre de todo lo relacionado con la nobleza y aquí estaba su pasado persiguiéndola como si no le quisiese dar la oportunidad de arrepentirse.
— ¿Qué diablos quieres de mí? —gritó Anastasia con el único fin de que alguien la escuchase.
El hombre soltó una carcajada que se escuchó por toda la habitación —Puedes hacer todo el ruido que quieras, ya te dije que estamos solos, ¿crees que no sé qué clase de mujer eres?
Tras esto, el hombre volvió a tomar a Anastasia del cuello, aunque esta vez aplicando más fuerza. Ella empezó a entrar en pánico, su cuerpo forcejeaba tratando de escapar de sus manos, pero era imposible siendo el tan fuerte, poco a poco su cuerpo sentía como perdía la noción, su vista se estaba nublando y con la poca fuerza que le quedaba le quito la capucha al hombre solo para confirmar sus sospechas.
Él seguía gritando cosas, pero para ella todo era imperceptible, ya no quedaba mucho tiempo, todo se estaba volviendo color negro, la carta y los papeles de divorcio que sostenía con tanta fuerza cayeron al suelo, Anastasia estiro su mano por última vez tratando de tomar la mejilla del hombre y sonrió sabiendo que ese era su final.
Siento haberte arruinado la vida, mi querido amante
Markus se estremeció al escuchar tales palabras cayendo en cuenta de lo que realmente estaba haciendo, la soltó como acto reflejo, pero era demasiado tarde... Anastasia se encontraba ya sin vida en sus brazos, solo las lágrimas empezaron a hacerle compañía escondiéndose entre el claro sonido de la lluvia.
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Bajo tu Sombra
FantasiAnastasia se limitó a verlo partir, con su mano en el hombro, donde hace solo unos segundos él la había sujetado, una pequeña lágrima corrió por sus mejillas, aquellas mejillas que mostraban un claro envejecimiento. En la mente de Anastasia solo se...