Parecía ser un gran día, todo el imperio estaba listo para ese gran momento, la boda entre el Ducado Winter y el Ducado de Conrad.
Anastasia bajo las escaleras para llegar al salón principal donde la estaba esperando su padre. Su vestido era grande, tipo princesa, con mangas largas y que parecía algo exagerado, de hecho, no era de su agrado, pero era el vestido que la mayoría de sus damas de compañía habían elegido.
Su padre caminó hacia ella y la escolto al carruaje que la llevaría a la iglesia. Esa era sin duda la boda más espectacular que sucedería desde el matrimonio del propio Emperador y eso era algo de lo que sentirse orgullosa. «¿Qué mujer no quisiera estar en mis zapatos?», pensó Anastasia.
—Anastasia —dijo el gran Duque.
— ¿Ocurre algo, padre? —pregunto ella mirándolo seriamente. En lo que llevaban de camino, el gran Duque no había pronunciado ninguna palabra, pero era algo que tenía poca relevancia para la futura Duquesa de Conrad
El Duque la miro detenidamente, todo el camino había estado divagando en lo hermosa que se veía su hija, pero con apenas 17 años, no entendía el apuro al matrimonio. Para él, cuando dos personas se aman, están dispuestas a esperar el tiempo que sea necesario para llegar a la iglesia.
—Todavía considero que eres muy joven para el matrimonio —respondió el Duque mientras se volteaba para mirar por la ventanilla del carruaje. —Espero entiendas que siento algo de decepción, tú ahora estás a punto de dar un paso muy importante en tu vida y solo... No quiero que te arrepientas de tu decisión.
Anastasia lo miro incrédula, sus palabras parecían cuchillos afilados directo a su orgullo, pero antes de que pudiese responder algo, el Duque se levantó y le hizo una señal para que bajase del carruaje.
Aquel día que la llevo a la iglesia, ella tuvo la última charla con su padre porque después de que él la entrego al altar, ella lo consideró un total desconocido.
La iglesia había sido decorada de una manera un tanto lujosa para demostrar su estatus, los invitados eran grandes figuras del imperio, aunque claro no contaban con la presencia del Emperador por el caso de asesinato de su mejor amigo, esto realmente a Anastasia no le importaba, ya tenía la suficiente atención que necesitaba.
—¿Y usted Princesa Anastasia "Anatema" de Winter acepta al gran Duque de Conrad como su legítimo esposo y promete serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo por el resto de su vida hasta que el deseo de la Diosa los separe?
"Por el resto de su vida", ¿no parecía eso ser mucho tiempo? Aunque a Anastasia no le importaba, sus ojos irradiaban una felicidad enorme mientras pronunciaba la palabra "acepto". Poco sabia ella que esa fue la decisión que la condenaría a vivir para siempre en la amargura.
Una boda se celebraba dentro de aquel gran palacio, mientras que los novios ya habían desaparecido de la vista de todos los invitados, muchos pensaron que ellos se habían retirado para pasar su primera noche juntos como marido y mujer, pero la verdad es que allí seguían. En una parte escondida del palacio Anastasia por fin había encontrado a su marido que llevaba ya media hora desaparecido, él estaba en uno de los balcones mirando las estrellas cuando ella lo interrumpió.
—Te estuve buscando por mucho tiempo Aarón... —Anastasia paro en seco, negó con la cabeza y sonrió —Cariño, por fin te he encontrado —dijo enfatizando la palabra "Cariño". Se acomodó a su lado y miro las estrellas con él.
—Ella estaría muy feliz de vernos casados —menciono mientras le entregaba una copa de vino a Aarón —Yo desearía que estuviera a mi lado compartiendo uno de los momentos más felices de mi vida.
—Solo eres feliz por él... dese...
Anastasia no entendió bien lo que quiso decir y volteo a verlo sorprendida. Aarón ahora se encontraba mirándola directo a los ojos de una manera un tanto juzgadora, era como si él viera más allá de su alma. Ella intentó hablar, pero vio como poco a poco se volvía una espectadora más de su propia vida, ahora solo se mostraba una versión joven dándole una sonrisa e ignorando aquel comentario, era una versión de sí misma patética, pero que era creíble.
Abrió sus ojos abruptamente y miro a su alrededor, todo había sido una pesadilla, los últimos días todo lo que soñaba eran pesadillas, llego a pensar que la vida que recordaba no era más que un sueño, algo que no había pasado y que estaba lejos de pasar. Imaginar que vio el futuro o viajo devuelta al pasado, le hacían creer que se había vuelto loca, pero ¿existía otra respuesta?
Había pasado ya una semana desde que se despertó de su estado inconsciente por culpa de su salud, más en específico un resfriado consecuencia de su imprudencia, o eso era lo que le habían contado, para ella fue como regresar de la propia muerte. Más que mejorar, Anastasia cada día se mostraba más débil. Los recuerdos que volvían a su mente la atormentaban día y noche, a este punto no sabía qué hacer, toda la gente del Ducado se dio cuenta de este estado de tristeza profunda que acompañaba a su joven princesa y aunque querían ayudar en algo poco sabían ellos acerca de la razón de su cambio.
Anastasia, Duquesa de Winter era quien mantenía una relación conyugal con el Duque de Conrad. De aquel matrimonio nacieron el joven Benjamín y la pequeña Theodosia; Una vida un tanto lamentable, pero para Anastasia todo eso había pasado y se sentía tan real que daba miedo.
—Anastasia, ¿puedo pasar? —preguntó la Duquesa en la puerta. Su joven hija no respondió nada, pero ante la incertidumbre decidió pasar.
Anastasia tenía poco tiempo de haberse levantado de la cama, se encontraba tirada cerca de la ventana tratando de olvidar aquel sueño, no había rencor hacia Aarón, pero cada vez que pensaba en él se sentía culpable, era un resentimiento consigo misma por todo el tiempo que fueron infelices.
—Yo misma te traje algo de comer cariño —comentó la Duquesa dejando una bandeja de comida en la mesita y sentándose al lado de su hija.
Anastasia no podía mirar a su madre a los ojos porque sentía un dolor profundo en el pecho.
«¿Por qué nunca la apreciaste?»
En su anterior vida su madre murió en un accidente junto a su padre, los dos desaparecieron para siempre y ella ni siquiera había escrito una carta desde que se casó.
Las lágrimas empezaron a recorrer el rostro de Anastasia cuando la Duquesa la tomo por sorpresa de sus mejillas y levanto su mirada.
—Soy tu madre, no tienes por qué sentirte de esta manera a mi lado, yo siempre te protegeré cariño —la Duquesa sonrió dulcemente recostando el rostro de su hija en su hombro.
Ese día Anastasia por fin pudo tener un descanso tranquilo.
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Bajo tu Sombra
FantasíaAnastasia se limitó a verlo partir, con su mano en el hombro, donde hace solo unos segundos él la había sujetado, una pequeña lágrima corrió por sus mejillas, aquellas mejillas que mostraban un claro envejecimiento. En la mente de Anastasia solo se...