Capítulo III

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Había un ruido muy peculiar resonando en la mente de Anastasia, por un lado, aves cantando como si de una mañana tranquila se tratase, mientras se escuchaban los pasos de varias personas, gente apresurada que iba de un lado a otro. Poco a poco ella podía apreciar el lugar donde se encontraba, esto claro, a medida que sus ojos se acostumbraban a la luz.

Intentó levantarse por sí sola al recargar su peso en sus brazos, las palmas de sus manos encontraron la suavidad de una fina sabana de seda, la tomó con fuerza mientras trataba de encontrar una respuesta dentro de su cabeza... «¿Acaso Theodosia me trajo aquí?», pregunto para sí misma, pero lo negó al instante recordando aquella escena, sintió una brisa helada mientras pronunciaba las palabras "Estoy segura de que ese fue mi final".

 «¿Acaso Theodosia me trajo aquí?», pregunto para sí misma, pero lo negó al instante recordando aquella escena, sintió una brisa helada mientras pronunciaba las palabras "Estoy segura de que ese fue mi final"

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Había tantas preguntas en la mente de Anastasia «¿Por qué Markus había hecho eso?», su mente estaba a punto de divagar entre tantas incógnitas cuando escucho tocar la puerta.

—Te dije que debías entrar sin más, la salud de nuestra querida princesa es más importante que cualquier regaño —comentó una de las criadas al entrar a la habitación, al mirar a la cama instintivamente tiro una bandeja y se arrodilló— ¡Llama al médico y a su majestad la Duquesa! ¡Realmente la diosa ha puesto su mirada en nuestra joven princesa! —gritó la criada que había entrado primero a la habitación mientras pequeñas lágrimas corrían de sus ojos, la otra doncella que la acompañaba salió corriendo sin darle tiempo a Anastasia para que pudiera procesar la situación.

La tranquilidad que hace unos minutos había gozado ahora se había vuelto un caos, poco a poco la habitación se llenó de personas que la miraban con alegría hasta que entro ella, la gran Duquesa de Winter.

— ¡Mi pequeña Anastasia! —gritó con gran entusiasmo en cuanto entro a la habitación. Sus manos fueron directas a ella con un abrazo fuerte logrando hacerla caer en cuenta de lo irreal que era la escena, de un momento a otro su entendimiento se volvió nulo, sin saber lo que estaba ocurriendo solo se quedó helada algunos minutos tratando de encontrar la manera de reaccionar.

De alguna forma se limitó a guiarse por lo que quería o más que nada por lo que necesitaba hacer. Las lágrimas comenzaban a recorrer el rostro de Anastasia mientras sus brazos estrujaban fuertemente el cuerpo de su madre.

Realmente no merezco este tipo de consuelo, yo que alguna vez traicione lo que más querías madre, pero tu abrazo tiene tanto afecto que no puedo simplemente rechazarlo

—Siento interrumpir el momento Duquesa, pero tengo que examinar a la princesa para saber cuál es su condición en este momento —señalo un hombre con un maletín, lo más probable un doctor. La Duquesa soltó a su hija y sonrió mientras se limpiaba las lágrimas, miro al doctor y asintió pidiéndole a una de sus damas de compañía que le ayudase a levantarse.

Anastasia miraba detenidamente al doctor mientras este hacía su trabajo cuando el hombre le sonrió —parece que la joven princesa se encuentra bien, aunque yo recomiendo que por ahora no salga del ducado, es peligroso irse de viaje encontrándose tan débil, después de todo ha estado dormida durante varios días —comentó con una gran sonrisa mientras guardaba todas sus herramientas.

«¿Dormí durante varios días? ¿Qué clase de recuerdo tan real es este?», pensó Anastasia. Levanto su mirada y aprecio las dulces sonrisas de aquellas personas, poco a poco iba reconociéndolos, todos eran parte de la servidumbre en el Ducado Winter, gente que le era fiel a su madre y su padre antes de que ella se convirtiera en Duquesa.

—Dejemos que la joven princesa tome aire y entre en razón, su rostro implora un poco de paz en su habitación. Emilia empieza a abrir las cortinas para que vaya entrando algo luz, eso le hará bien a su majestad —dijo la mano derecha de la Duquesa, Elena, mientras intentaba regresar a todos a su lugar.

—Debes estar cansada de estar acostada, pero entiéndenos, lo único que queremos es tu seguridad —respondió la Duquesa mientras Emilia (una de las criadas) terminaba de abrir las cortinas.

—En un rato mandaré algo de comida para usted princesa, mientras tanto tendrá que descansar apropiadamente, estoy segura de que en cuanto se sienta mejor la Duquesa le dejará salir de su habitación —señalo Elena antes de salir de la habitación.

Anastasia volvió a recostarse mirando el techo, respiro profundamente y solo pedía a dios no haberse vuelto loca... ¿Dónde estoy? ¿Mi siguiente castigo es sentirme culpable por la amabilidad de las personas?

Intentó levantarse de la cama de una manera tranquila, pero aun con la esperanza, la caída que recibió le hizo entender que realmente estaba débil. Volvió a intentarlo nuevamente y como pudo se agarró de un mueble y empezó a caminar en dirección al espejo. Sus piernas temblaban y su mirada se tornó oscura al verse reflejada, intento tocar el espejo e incluso con la palma de su mano toco su mejilla. Un largo cabello negro con algunos rizos, labios rosados, aunque algo pálidos y una mirada oscurecida por tener tantos recuerdos confusos... Ese era su reflejo, pero no podía, las marcas que había conseguido al pasar los años habían desaparecido, incluso al tomar su vientre la marca que obtuvo después de tener a Theodosia ya no estaba. El miedo la arrincono y otra vez cayó al suelo, debía de haberse vuelto loca, otra vez era una joven, su vida al lado de Aarón, Theodosia y Benjamín... todo lo que recordaba al verse en el espejo la atemorizaba.

 todo lo que recordaba al verse en el espejo la atemorizaba

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Si no me he vuelto loca ¿Qué es lo que estaba pasado?

Repentinamente, se escuchó la puerta abrir de una manera un tanto brusca, era su padre, el gran Duque de Winter, la miro de una manera un tanto severa, igual que la última vez que pudo llegar a escucharlo.

Anastasia todavía consideró que eres muy joven para el matrimonio, espero entiendas que siento algo de decepción, tú ahora estás a punto de dar un paso muy importante en tu vida y solo... no te arrepientas de tu decisión...

Siempre tuviste la razón padre, nunca debí casarme de manera tan abrupta y mirarte de nuevo de esta manera solo remueve mi conciencia, pensó Anastasia.

— ¡Anastasia!, realmente me asusté de algo pudiera ocurrirte mi niña —El gran Duque se inclinó ante ella pasando de una mirada seria a llorar inmensamente. Este no era el hombre que Anastasia conocía, pero era su padre —Puedo entender que estés molesta por haberte traído aquí en lugar de dejarte en la capital, pero no podía dejar a mi linda hija sola —al decir esto le sonrió dulcemente y la cargo llevándola de nuevo a la cama.

—En cuanto te recuperes dejaré que vuelvas a la capital, aunque puede que tengas alguna sorpresa los próximos días —su sonrisa estaba radiante haciendo que el corazón de ella se sintiera abrumado, esa calidez y amor hacían que los sentimientos de culpa solo se volvieran más pesados.

Anastasia lo miro e intento decirle que todo estaba bien cuando él se acercó a ella y le dio un beso en la frente y de una manera un tanto tierna le advirtió que no se levantara de la cama, mirarlo así solo le hacía pensar en que realmente no merecía eso.

Lo lamento padre

Bajo tu SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora