7. | Sunflowers before bad news

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Días pasaron, el doctor Ethan había dicho que examinaría las radiografías y las pruebas que aplicaron en su vientre para descubrir por qué el dolor en este, los reyes de Mónaco volvieron tan pronto se enteraron de lo ocurrido con su hijo y es que ...

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Días pasaron, el doctor Ethan había dicho que examinaría las radiografías y las pruebas que aplicaron en su vientre para descubrir por qué el dolor en este, los reyes de Mónaco volvieron tan pronto se enteraron de lo ocurrido con su hijo y es que para este momento, la prensa se había encargado de hacer de las suyas, subiendo fotos donde se le veía saliendo con Carlos del hotel, muchos medios comenzaron a especular ideas de lo que había pasado ¿estaban saliendo? ¿El codiciado príncipe de Mónaco estaba enlazado a un piloto de la Fórmula 1? ¿Por que estaban juntos? ¿Él omega estaba bien? Miles de preguntas similares hicieron explotar las redes sociales de ambos.

Dejando de lado eso, flores seguían llegando, cada vez con un significado más atrevido que el anterior, cada una de las notas hacía que las mejillas del monegasco se tiñeran de rojo, ese hombre era muy bueno usando sus manos.. para escribir cartas claro. Un día tranquilo, Charles estaba sentado en una de las salas del palacio observando como el sol empezaba a bajar por uno de los vitrales del palacio, Leclerc amaba observar todas las vistas que su castillo le brindaba.

Alguien llegó e interrumpió sus pensamientos, un guardia.

— Principe Charles — llamó el hombre captando la mirada del menor.

— ¿Qué ocurre? — preguntó Marc.

— Alguien solicita su presencia en el gran recibidor, su majestad — habló claro el más alto.

— Llévame con el — pidió.

— Lo que usted pida, príncipe — el vigilante hizo una reverencia antes de dar media vuelta y marchar hacia el recibidor.

Al abrir las enormes puertas del lugar, un aroma sumamente familiar hizo a su omega chillar de emoción, miro entusiasmado cada rincón de la habitación, buscándolo con la mirada hasta que lo halló, mirando la pintura de su familia colocada en la pared, Carlos también percibió aquella fragancia tan distintiva del menor, manzana y canela, simplemente hermoso, ahí estaba el culpable de sus noches de insomnio, la persona que vivía en su cabeza sin pagar el alquiler, se acercó a paso lento, teniendo uno más de los ramos que regalaba al monegasco, entregándoselo, esta vez eran girasoles y gladiolos.

Al igual que todas las tarjetas que ya había recibido, un sobre color rojo acompañaba a las flores.

— léela, bonito.

— léela, bonito

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𝙏𝘼𝙆𝙀 𝙈𝙀 𝙃𝙊𝙈𝙀 || 𝘾𝙃𝘼𝙍𝙇𝙊𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora