🥊CAPÍTULO 18 🥊

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KEISHA

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KEISHA

Estar aquí se siente como el paraíso.

Trenton se está esforzando muchísimo por hacerme feliz y yo cada día estoy más enamorada de él, aunque me aterra la idea.

Nunca imaginé que fuese capaz de albergar este tipo de detalles, ni de regalarme algo tan maravilloso como lo que estamos compartiendo.

Se ha empeñado en cocinar para mí y no me ha permitido siquiera poner la mesa, así que ahora no tengo más ocupación que deleitarme con lo ridículamente sexy que le queda ese delantal que se ciñe a sus caderas musculosas como una segunda piel.

— Si sigues mimándome así voy a empezar a acostumbrarme a que me cocines — bromeo, sin poder resistirme a arrancarle una sonrisa. Me vuelve loca cuando me sonríe así, como si fuera el hombre más feliz del mundo solo por mirarme.

Nadie nunca me había demostrado ni la mitad de cariño. Y me hace sentir bien...me hace sentir protegida y suficiente.

— Más te vale hacerlo, renacuaja. Además, admite de una vez que soy el cocinero más sexy que has visto en tu vida — me provoca y entro gustosa en el juego levantándome del sofá para abrazarlo por la espalda. Pego mi cara a su cuello y aspiro su loción masculina que es una delicia.

— Mmmm no sé, he conocido a muchos...— le tomo el pelo y como esperaba se pica, dejando a un lado la sartén para dedicarme una aviesa mirada.

— Conque esas tenemos, ¿eh? Ahora verás. 

Y antes de que pueda reaccionar sacude la cuchara de remover la salsa y me salpica directamente en la cara unas gotitas, que me manchan la nariz. Abro la boca y dejo escapar un ruidito como diciendo "me las vas a pagar", justo antes de que su risa grave y masculina inunde la estancia.

— Tú lo has querido señor Sawyer, esto es guerra — exclamo, intentando arrebatarle la cucharilla. Pero él es más astuto y me rodea la cintura con los brazos, levantándome como si fuera una pluma y llevándome hasta el sofá antes de que pueda cobrar mi venganza.

— Ah, ah, no se juega con la comida — susurra, con los labios curvados en una sonrisa perversa que está cargada de segundas intenciones y que hace que empiece a perder de vista mi objetivo. Porque la posibilidad de retozar con él en este sofá se me antoja más apetecible.

Trenton, al notar mi predisposición, se acomoda a horcajadas sobre mí y le echo los brazos al cuello, trémula.

Desde lo que me pasó nunca había sentido ganas de tener sexo, con nadie. Era algo que me asqueaba y me bloqueaba, porque activaba esos recuerdos horribles que con tanto esfuerzo me he esmerado en superar.

Pero con él ese instinto me aflora de manera natural y quiero sentirlo dentro de mí. Sin embargo, me aterra no poder llegar hasta el final, como me ocurrió la otra noche, y que se acabe decepcionando de mí.

Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora