3) Un baile improvisado.

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—Esta más que hermosa, Princesa Gemma —me dio una vuelta.

—Usted sigue igual a la última vez que lo vi —le di una sonrisa inocente. Sino puedo casarme por amor le haré la vida un poco imposible.

—Hermoso, guapo.. ¿Como? —preguntó entre risas y esa no era la reacción que esperaba.

—Mas bien, inadecuado y normal —le di otra sonrisa y luego volví a los brazos de mi padre.

El baile termino y me sentí mal por decirle aquello, pero no quiero casarme sin amor así que haré que deje el interés en mí.

Y no es feo, no, el es buen parecido. Rubio, alto y con una sonrisa perfecta, pero no me gusta para nada, además que hace todo lo que su padre le dice.

Busqué entre la multitud y a lo lejos vi a Federico, por lo que rapidamente me encamine hasta él, pero alguien interceptó mi camino.

—¿Gusta bailar conmigo, futura reina?

Me detuve en seco y lo analice. Es un chico con aire misterioso, el cual viste un traje totalmente negro con bordados plateados y tiene en su mano derecha un guante de cuero que deja ver sus largos dedos blancos como la nieve, dedos qué sostienen un bastón con la empuñadura en forma de calavera.

Subí mi mirada a su rostro, pero no pude ver más que sus ojos tan azules y profundo como el mar, sus labios finos y rosados curvados en una sonrisa torcida, con un lunar que tiene lugar debajo de su labio inferior del lado derecho y su casi larga cabellera castaña debajo de un sombrero negro.

No pude ver nada más de su rostro, porque tiene puesto una máscara que tapa casi su rostro por completo.

—¿Quién eres? —di un paso involuntario hacia el frente.

Estoy segura que no lo he visto por aquí, además, no es una fiesta de disfraz para que tenga dicha máscara.

El se inclinó para estar a mi altura ya que es más alto, (me lleva como una cabeza y media) y me dio una sonrisa divertida mostrado su perfecta dentadura blanca.

—Si su alteza me concede el deseo de bailar conmigo se lo diré, en el jardín —se incorporo y me extendió su mano—. ¿Gusta? —Yo miré su rostro nuevamente y volví a mirar su mano. Tragué en seco y llena de intriga tome su mano.

—Es un trato justo.

Le devolví la sonrisa porque el jardín suele estar custodiado hasta los dientes y no podrá pasar nada en caso de que quiera pasarse de listo.

—Si que lo es —susurró con su voz ronca.

Fuimos al centro del salón e inicio un nuevo baile y no pase desapercibido que el chico misterioso huele a oceáno, el cual es un perfume difícil de conseguir, pero riquísimo al olerlo.

También baila super bien, como si sé sabe cada uno de los movimientos; como si vive de ello, intrigadome a saber más de él.

Sus ojos han estado puestos en los míos en todo este tiempo, sin romper el contacto visual desde que comenzó el baile y me siento extraña..

Pero entonces sus penetrantes ojos bajaron con lentitud a mi rostro lleno de pecas y luego a mi cuello donde descansa mi collar, para después ajustar su agarre en mi cintura pegándome más a él haciendo que me sorprenda.

Después paró el baile y en vista de todos el mundo, porque somos el centro de atención, se acercó a mi oído.

—Vayamos al jardín, su alteza —susurró.

Eso último lo dijo lentamente terrorífico, haciendo que los pobres vellos de mi nuca se disparen y creo que no fue buena idea.

—Claro.

PRINCESA INGLESA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora