She Bad | s. m.

12.

La sala estaba sola, extrañamente solo nos encontrábamos la familia de Nina y yo, como si ya fuéramos una sola. Quizá la mamá de Nash pensaba que estaba aquí por los chicos, para demostrarles mi apoyo hacía ellos, pero en realidad, estaba aquí por Nina, con esperanzas de ver esos azules ojos otra vez brillar, ver otra vez esa hermosa sonrisa y escuchar su fuerte risa. Ella aun no despertaba, aunque según los doctores ella estaba estable y lo mejor era dejarla descansar.

La policía estaba buscando a Alen, pero era como si él hubiera desaparecido y me era suficiente no verle la cara nunca más, deseaba que a ese tipo le pasaran las peores cosas del mundo, desde morir quemado hasta sufrir por alguna otra cosa. Hayes trataba de mantener ocupada a Skylynn para que no preguntara que hacíamos ahí o al menos que no preguntará por Nina, por que ese nombre ahora nos dañaba a todos. La mamá de Nash me dijo que fuera a casa, que era tarde, pero yo no quería ir a ningún lado donde Nina no estuviera, quería estar con ella y escuchar de su propia boca que estaba bien. Nash insistió también, pero conforme pasaban las horas casi me suplicaba que no me fuera, como de eso de las once, el hospital y la sala de espera se vació, sin embargo, fue sustituido por cuatro chicos, dos chicas y dos chicos; Matt, Samantha, Cameron y Shelie, que llegaron aun con sus vestidos elegantes para la fiesta de Primavera, ellos nos sonrieron, mostrándonos que después de todo las cosas mejoran. Cameron llevaba un ramo de flores rosas, que dejo sobre la mesa y se sentó a mi lado.

-Para ti, Shawn -Se río recargando la espalda en el respaldo de la incomoda silla.
-Gracias, no debiste molestarte -Comenté tratando de sonar un poco más animado.
- Lo hago por que estoy enamorado de ti, pero me dejaste en la Friendzone.

Nash río, negando con la cabeza, no obstante aun podía ver que le dolía toda aquella situación.

-A Nina no le gustan las flores.
- Pues ahora le han de gustar, porque no es fácil encontrar flores a las once de la noche.

Incluso el papá de Nina rió ante el comentario de Cameron.

-Hablando de Nina. ¿Cómo esta ella? -Preguntó Samantha, con una seriedad que no era normal en ella, Samantha estaba preocupada.

-Esta bien -Aclaró Nash suspirando pesadamente-. Sólo estamos esperando que despierte para ir a verla.
-Gracias a Dios -Shelie sacó su lado religioso, murmurando mientras bajaba la mirada-. Aun no entiendo por que lo hizo, ella parecía feliz.
- Era feliz -Aseguró Matt pareciendo molesto por el comentario de Shelie, sin embargo, al ver los ojos de Shelie llenos de lágrimas paso una mano por su espalda, frotándola cálidamente-. Lo es, Shelie, sólo que a su manera.

Yo también pensaba lo mismo que Shelie, ella parecía feliz, pero obviamente no lo era. Nina era tan complicada que aseguraba que ni siquiera ella misma se entendía, ocultaba tantos secretos que descifrarlos me tardaría años, pero estaba dispuesto a descifrar uno por uno con tal de estar con ella, me sentí impotente cuando la vi en el suelo, no podía hacer más que sostenerla en mis brazos deseando que volviera mi, diciendo un comentario sucio o cambiando de tema tan rápido que ni siquiera yo me daba cuenta. Deseaba que al despertar, Nina siguiera siendo el mismo desastre de siempre, la chica mala de la que me había enamorado irrevocablemente. Pero era muy difícil y aun así, aunque ella no despertara siendo la misma, la amaría tal y como fuera en sus próximos días. Habían muchas preguntas y escasas respuestas, aunque en estos momentos no quería respuestas, la quería ella. Un hombre de cabello blanco y gafas redondas salió de una habitación del fondo, sonrió al papá de Nash, se acerco a él y dijo unas suaves palabras.

-¿Usted es papá de Nina Grier?
- Así es, soy yo. ¿Cómo esta mi hija? -Las personas que la esperaban con ansias se acercaron para escuchar, excepto yo.
- Esta bien, ya despertó. Pero esta llamando a... -Lo pensó un poco, como si tratará de recordar-. A... ¿Shawn? ¿Shawn Mendes?

Todos se giraron a mi, que observaba al doctor casi con la boca abierta, sorprendido por lo que acababa de escuchar. Nina estaba pidiendo verme, recien despertando. Hayes, me dio una sonrisa ladina y Nash rodó los ojos como fastidiado, aun así, mostró una sonrisa torcida.

- ¿Qué haces ahí, Mendes? ¡Anda, ve, ya!
- ¿Están... Están seguros?
- Si ella te esta pidiendo a ti. Tienes que ir.