13.

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El trayecto a la habitación para mi fue una eternidad, las piernas me temblaban y las manos me sudaban de nervios, no sabía para que ella quería verme en esos momentos, yo en su lugar, hubiera pedido a mis padres o a mi hermana, no a una persona tan insignificante en su vida. Me sorprendió verla acurrucada de costado, conectada a algo que limpiaba sus venas o simplemente para hacerla sentir mejor, conectada a cosas innecesarias, que me demostraban lo cruel que algunas personas podían ser, ¿cómo podían hacerle eso a una persona para tenerla aquí o de por vida en un hospital? Las personas así, las personas como Alen, se merecían lo peor, incluso lo inimaginable, sólo por hacerle daño a una persona que su único error era ser hermosa ante sus ojos. Aclaré mi garganta incómodo, guardando mis heladas manos en los bolsillos delanteros. Ella se movió con mucha lentitud, acomodándose en la cama para verme de frente y quedarse así un largo rato antes de hablar.

- Te escuché.
- ¿A que te refieres, Nina? -Dijé con voz calmada y tranquila.
- Cuando me encontraste en el baño, aun estaba conciente, sólo que muy débil para contestar.

Las mejillas me ardieron, no de vergüenza, pues ella sabía muy bien lo qe sentía por ella y no me daba pena admitirselo.

- Ahhh... -Guardé silencio y luego me encogí de hombros, como si fuera un insensible-. Ya veo.
- Escuché cada palabra, escuché -Se le cortó la voz y con los dientes apretados prosiguió-... Como pedías que me quedara, jamás me sentí tan culpable.
- No quería que murieras -Me recargué en la puerta-. Solo era eso.

Los ojos de Nina vagaron en mi, desde mis pies hasta mis castaños ojos, al principio sentí lo mismo que cuando Robert la terminó, al igual que cuando la vi llorar en su habitación por culpa de Alen, sentí esas conocidas ganas de protegerla y mantenerla en mis brazos hasta que sanará, hasta que fuera otra vez aquella Nina de largo cabello negro que me miraba desde las escaleras, indicando me que guardara un secreto que más tarde me convertiría en un rehén de la justicia. Aquella Nina que en sexto grado me pidió que le enseñará a tocar guitarra, pero después de muchos intentos se dio por vencida, pero lo que yo no sabía era que ella iba a ser la Gran Nina Grier, recordaba la forma en que me sonreía cuando subió al escenario en fin de curso a tocar una canción de Oásis y la forma en que al bajar, me susurró: "Maestro". Me sentí, como cuando ella me besó por primera vez y dijo "Cuando estoy contigo, no me importa nadie más". Pero, ahora que la veía ahí, sin sus admiradores, sin sus grandes sonrisas, restándole sus maravillosas aventuras y todas las travesuras que alguna vez hizo, ella era solo Nina, la hermana menor de Nash y Hayes Grier, lo que siempre tuvo que ser para mi. Y desde ahora, lo sería.

- ¿Qué sucede contigo? -Preguntó, levantando una ceja en mi dirección.
- No sé que es a lo que te refieres, Nina.
- ¡Sólo mirate! no eres el Shawn que conocí, sólo eres ese tipo aburrido, perfecto, que aparenta que todo esta bien cuando no lo esta. Si fueras el Shawn que conocí, estarías echo un manojo de nervios pregunté y pregunté si estaba bien, ¿que eres ahora?
- ¿Qué soy ahora? -Espeté burlesco, sonriendo con ironía mientras me despegaba de la pared y me encaminaba a ella- ¿Qué soy ahora? ¡Soy lo que me convertiste, Nina! Me convertiste, en ese tipo de chico que tanto de gusta, ese chico que haría cualquier cosa para estar contigo, el que te lleva a Taco Bell para que termines con tu novio, el que te salva de la policia, el que va por ti cada noche a salvarte el trasero, ese imbécil que miente, guarda secretos a sus mejores amigos, que te protege de un estúpido enfermo psicópata, el tipo del chico del que te enamorarías. ¡Ja! ¡Y aun así me restriegas en la cara que solo fui un capricho! Mejor dicho, ¿Qué eres ahora tú, Nina Grier? Por que no se lo que eres y sinceramente tampoco me importa.

El silencio en la sala era doloroso, me sentía terriblemente mal por hablarle de esa manera a Nina y mucho más en esos momentos, cuando ella me necesitaba. Pero es que había acumulado tanto eso por mucho tiempo, que no me pude aguantar de decirle todo lo que sentía, pero es que ella me había herido, de una manera tan profunda que sabía que no podía curar con alguien como Melissa, esas heridas se curaban con el tiempo, pero es que yo no necesitaba tiempo, lo que necesitaba era ella, no necesitaba ningún tratamiento, por que mi único tratamiento era ella. Sólo ella. Sin embargo, ella me había mentido, chantajeado, dañandome psicológica mente , incluso podía denunciarla por bulliyng pero este no era el momento para el sarcasmo, Shawn Mendes.

- Lo sabía, te herí. Te hice daño -Habló con voz más aspera, dificultosa mente paso saliva y sus lágrimas se desbordaron- Lo siento mucho, Shawn, no quise hacerlo, no sabes cuando te amo, no lo sabes y nunca lo sabrás, no quise hacerlo -Suplicaba mientras se derrumbaba poco a poco. Y comencé a llorar, no lloraba muy seguido en toda mi vida, todo ese llanto era guardado para cuando me doliera de verdad y sólo había llorado al menos tres veces y dos de ellas, había sido por Nina.

- Pero lo hiciste. Y no quiero hablar más de esto -Volvió a salir ese Shawn que según ella extrañaba, el débil e inocente Shawn-. Tienes que descansar, tienes que estar bien, para que mañana te sientas mejor y vayas a casa, hasta mañana, Nina, también te quiero y...

-¡Sólo mira a toda esa gente! -Exclamó de pronto, con las mejillas húmedas, refiriéndose a las personas que se encontraban allá afuera, desvíe la mirada, pero ella seguía mirándome fijamente haciéndome entremecer- Soy mala, Shawn, le hice daño a cada persona que me quizó y tu eres una de ellas, no puedo evitarlo. No soy ese tipo de chicas que se enamoran, sólo mírame, pero aun así lo hice -Su cabello rojo caía por sus hombros y sus ojos de un azul apagado me hicieron sentir, todo-. Me enamoré de ti y no te merezco.

- Lo sé -Le sonreí torcida mente, conforme caminaba hacía ella y tomaba el valor de tomar su fría mano entré las mías, acariciando lo poco que quedaba de ella, pero aun así, cambiada y lo que sea, la amaba más que a cualquier persona de la que me había "enamorado". Por que ella para siempre, seguiría siendo la mejor aventura que me hubiera ocurrido en toda mi aburrida vida, ella llego para darle una razón a mi patética rutina, a pesar de todos sus altibajos, recordaba buenos momentos con ella y eso me seguía bastando para quererla de aquella manera-. Pero ahora tengo que irme, es mejor que estés sola un tiempo y y y... Superes toda esta porquería, ¿sabes? A pesar de que hayas herido a todas esas personas, ellos aun te quieren y te quieren ver bien, como eras antes. Ellos aun te quieren -Volví a repetir, seguro de mis palabras.

- ¿Tu también me quieres?
- ... Yo también te quiero -Me incliné para darle un último beso, pero no lo hice, por que eso sería quedarme y no quería hacerlo, no ahora. Subí un poco, hasta su frente donde junte mis labios en ella, dejando un suave beso en esta.

- Tengo que irme, Nina.
- ¿Volverás mañana?-Preguntó, sonriendo esperanzada. Pero yo negué, mostrándole una comprensible sonrisa, esperando que me entendiera.
- No volveré más, Nina.

Me miró tratando de comprender y sus manos se aferraron a las mías.

- Tienes qué, tienes que estar conmigo. No puedes irte, Shawn, no puedes dejarme, no, no, no puedes... -Se alteró y era lo menos que quería que pasara, susurré un pequeño "Shhh" tratando de no ponerme a llorar una vez más, tenía que demostrarle que ambos podíamos ser fuertes, a pesar de estar lejos.
- Nina, no lo hagas más difícil, enserio tengo que irme -Me alejaba de ella, por que temía a sufrir, si, era un cobarde y lo admitía, pero había más razones, una de ellas, era que Nina no me necesitaba para ser fuerte y ella misma tenía que comprenderlo. Quizá ella podía encontrar otra persona y yo también, aunque sería injusto para esa chica, pues estaba seguro que no quedría a nadie de la manera en que la quería a ella.
- No, Shawn -Alzó la voz, mientras me separaba de ella para encaminarme a la puerta-. ¡Shawn! ¡No puedes hacer eso! -Gritó, con los ojos muy abiertos-. ¡Vuelve aquí, Mendes, no puedes dejarme!

Pero no me giré, seguí mi camino con la mirada al frente, sus gritos y sus ordenes de que volviera se escuchaban hasta el pasillo. Sentí los pasos apresurados de los doctores para entrar a la habitación, para calmarla: "Nina, por favor, calmate, querida".

- ¡Vete, entonces! ¡Largate! ¡No quiero verte! -Gritaba cuando por fin salí del largo pasillo y sin mirar a las personas que me miraban sorprendidos, seguí mi camino hasta la salida- ¡No vuelvas jamás, Shawn Mendes!

No miré para atrás, sabía por que lo hacía, tenía mis razones y ella algún día las entendería, esperaba que pronto, porque no podría vivir sin ella.

She Bad | s. m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora