She Bad | s. m.

20.

- ¿Nunca habías bebido, verdad?
- Una vez, en Año Nuevo. Pero no me sentí así - Me reí y Nina se río conmigo. Me sentó en el borde de su cama, aun no podía recordar como habíamos llegado hasta allí.
- Bien, iré por algo que te baje eso, no hagas mucho ruido, papá te escuchará.

Me quede callado el resto del tiempo que Nina se pasó abajo, no era para que su padre no me escuchará, si no por que no tenía nada que decir o más bien, no tenía a nadie con quien hablar. Miré la habitación de Nina, tenía unas paredes azul cielo que combinaba con el techo que tenía pedacitos blancos simulando nubes, esa habitación era antiguamente una habitación de bebé y era de ella, me pareció muy tierno en un momento. Su ropa de cama era suave, azul marino y las paredes estaban adornadas con fotos y posters de bandas, Arctic Monkeys, The 1975, Crystal Castles, etc etc, ella era rara, la rara más normal de mi mundo.

- Tengo esto, la verdad es que no se si funcione - Me dió un tazón de helado de algún tipo de vainilla que en ese momento me sabía casi a gloria, mientras comía Nina recordó varios cumpleaños en la semana e incluso hablo del cumpleaños de Nash, habló sobre la comida que su mamá le preparaba y lo aburrida que su vida se estaba convirtiendo. Me di cuenta, mientras Nina platicaba sentada frente a mi en el suelo que ella era más que una cara bonita, no importaban sus grandes ojos azules, ni las grandes aventuras, ella era demasiado frágil y valiente, podía ser la misma Marie Curie al mismo tiempo que sería una boxeadora, a ella le gustaba hacer sentir bien a las personas pero nadie sabía que a ella también le gustaba mucho que la hicieran sentir bien, me gustaba mucho. Más de lo que yo creía. Me aburría aquella frase pero era lo que sentía, había perdido la cuenta de cuantas veces lo había dicho.

- Ayer estaba con Shelie y me dijo que... - La interrumpí cuando me arrodille frente a ella, besándola, ella acarició mi mejilla mientras sonreía- Te quiero tanto - Susurró.

- Y yo a ti.

La tome de la cintura, levantandola conmigo cuando me pare y me volví a sentar en el borde de la cama con ella en mi regazo. Sus brazos rodearon mi cuello, acaricie su cintura con mucha delicadeza. Bese su cuello, lleve sus manos hasta los botones de mi camisa a cuadros, la desabrochó mirando mis ojos y esta vez, no me negué.