XX

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Las olas del mar eran un tranquilizante para Mina. Siempre que salía de la primaria corría hacia acá para olvidar aunque sea un momento su dura realidad.

Le encantaba como se veía aquel inmenso escenario.

— Espero mamá haya llegado a casa. — se dijo a si misma mientras estaba sentada en la arena. — No quiero estar más con esa bruja. — se miró uno de los moretones que tenía en su pierna derecha.

Se levantó dispuesta irse del sitio. En menos de quince minutos debía estar en casa si no se quería meter en problemas.

Cómo el otro día cuando su abuela la había golpeado solo por haber sacado un ocho en su examen de matemáticas.

Y era una maldita, porque solo la golpeaba cuando su madre estaba en su trabajo.

Así que para no preocupar a su madre siempre le decía que se había peleado con alguien en la escuela.

Es increíble como una niña de ocho años era capaz de engañar a un adulto.

Cómo siempre toco una vez y fue recibida por su madre.

— Hoy tardaste en llegar, Mina.

— Perdón.

— ¿Perdón?, Mina estaba preocupada por ti. Casi son las ocho de las noche, tuve que llamar a los padres de Sana y Vernon para saber si estabas ahí. — su madre la abrazo. — No sabría que hacer si no estás.

— Pero tienes a Chris.

— Amor. Los amo por igual, son lo mejor que tengo en mi vida.

— Y lo peor.

— ¡MAMÁ!. — grito Sachiko.

— ¿Qué? Es la verdad, lo único que te dejo ese estúpido coreano fueron a estos dos.

Y ahí iba de nuevo.

Su abuela no sabía otra cosa más que insultar a su padre por haber embarazado a su hija a una temprana edad.

Casi no lo recordaba ya que el se había marchado cuando ella apenas tenía dos años. Así que nunca sabría quien era el.

Asi que un año después su madre y ella tuvieron que mudarse con su abuela.

Ya llevaban seis años aquí y ya no podía soportar más.

Lo único bueno era que en unos meses por fin tendrá nueve años y que pronto su hermano tendría cinco años.

— Te he pedido un millón de veces que nunca hables así frente a mi hijos.

— Cómo si entendieran lo que pasa.

— Por dios, mamá.

— Además tu no eres nadie para mandarme a mi en mi casa. ¡Y si no te parece, mejor larguense de aquí!. — Mina se asusto por como había lanzado un plato al suelo. — ¡¿Qué te pasa mamá?!

— ¡LOS QUE HAS OIDO NO QUIERO A TUS ESTÚPIDOS BASTARDOS Y A TI MÁS AQUI!.

— ¡MIS HIJOS NO SON UNOS BASTARDOS!.

— ¡PARA MI LO SON!. ¡ASI QUE SACA A ESAS ESCORIAS MITAD COREANAS DE MI CASA!

— ¡PUES NOS VAMOS! ¡NO PIENSO SOPORTAR MÁS ESTO!. — Mina sintió como su mamá la tomaba del brazo dirigiéndose a su habitación.

— Má'...

Sachiko solo empacaba con rapidez. Debían salir rápido de aquí. Le importaba más en este instante el bienestar de sus hijos.

Agradecía tener dinero en su cuenta.

Podría comprar los primeros boletos para Corea e irse con una de sus amigas.

What Can I Do?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora