Mi mamá saltaba de un lado hacia el otro mientras en su cara permanecía una ancha sonrisa. Sus ojos brillaban con locura y su felicidad era tan grande que cualquier amargado sería innegablemente contagiado con su alegría.
Pero yo era todo lo contrario a ella, mis ojos estaban abiertos como pelotas de tenis al igual que mi boca, mis manos y mi cuerpo temblaban como gelatina y no sabía qué exactamente sentir con respecto a esta situación. Si mi mamá desprendía felicidad, yo desprendía sorpresa y negatividad.
Estoy consciente de mis logros y mis notas sobresalientes, pero jamás imaginé que mi propio colegio fuera capaz de recomendarme al instituto más prestigioso de toda Europa.
Y que de paso ellos me aceptaran.
Oh por Dios.
—¡Eso es increíble, Ivanna!, ¡Te quieren en Rumania High School! .—Gritaba mi mamá, saltando tan feliz como un cabrito en pradera. Nunca la había visto de ese modo, pero cuando aquel bendito mensaje llegó a su correo electrónico, toda esa idealización que hice de ella se vino abajo. Para mi madre esto era increíble, pero para mí no.
Lo primero que viene a mi mente es el estatus social. Dios mío, apuesto a que los adolescentes que son estudiantes de Rumania High School tienen muchísimo dinero. Deben ser niños ricos que siempre tuvieron todo lo que quisieron desde pequeños y viven rodeados de billetes.
Otra cosa es que allá tengo que compartir habitación con una chica, porque no nos van a dejar salir de ese maldito plantel hasta las vacaciones o fechas importantes donde iremos de visita a un pueblo de por ahí y necesitamos urgentemente un sitio para "descansar"y dormir.
Sin embargo, yo siempre he sido la mayor fanática de tener mis cosas en un lugar apartado del mundo, pero compartir habitación con alguien más es antónimo de la palabra "privacidad" y no me gustaba nada.
—No pienso ir. —Me volví hacia ella, con el ceño fruncido.
De pronto mi mamá dejó de saltar y se quedó tan quieta como una estatua. Su expresión de alegría decayó y en su entrecejo se arrugó. No hacía falta ser un genio para darse cuenta que se había enojado.
—¡Debes ir! .—Insistió acercándose a mí.—No quiero, mamá. —Me negué casi rogando.
Pero ella no quería ceder.
—¡Esta es la oportunidad de tu vida! Si estudias ahí se te facilitará el ingreso a universidades como Harvard o Stanford.
Bufé.
A mí nunca me han importado las universidades o cosas así. Todas enseñan lo mismo depende de la carrera escogida e independientemente de que sí sean famosas o no. La enseñanza de una universidad de la esquina puede ser igual o mejor que la de una cara.
—¡¿Por qué no quieres ir?!
No dije nada más, pero a juzgar por mi cara mi mama se había cuenta que mi opinión seguía siendo la misma.
—¿Quieres que abandone toda mi vida aquí, mamá? Desde niña me crié en este lugar y no sé si pueda hacer un cambio tan grande como este.
Me senté en el sillón y abracé mis piernas, enterrando mi cabeza en medio de ellas. Mi mamá me contempló un momento antes de sentarse a mi lado y sobar mi espalda mientras soltaba un pequeño suspiro.
—Lo siento, sé que debo ser más comprensiva .—Pues sí, ¿para qué negartelo?—. Pero debes pensarlo, si te escogieron a ti es porque te vieron un gran potencial. ¿Haz pensado en cuántas personas quisieran tener la oportunidad que tú tienes?
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Rumania High School
De Todo¿Ser alumno nuevo en una escuela es lo peor, no? Yo pensaba eso y muchas cosas más, pero no sabía que mi vida daría una vuelco trascendental al conocer a veinte chicos extraños que no hicieron más que arremeter con mi paz mental. Entre competencias...