Cap8: ¿Qué ocurrió?

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Gritos y amenazas eran lo que motivaba a esos adolescentes, para seguir su rutina de ejercicios, impuesta por su exigente profesor de deportes, Katsuki Bakugou, era un hombre que no se dejaba intimidar por los padres de sus alumnos, no le importaban si eran hijos de las familias más ricas o si eran estudiantes becados, Bakugou trataba a todos esos niños por igual, a su manera, pero con igualdad.

Aunque, últimamente, su actitud era diferente con un debilucho chico de cabellos oscuros, ¿Por qué?, por el simple hecho de que ese niño fue el causante de que su compañero y amigo pidiera un traslado a otra escuela, después de tantos años de trabajo.

-¡Vamos, Midoriya!, para otra cosa te deben servir las piernas, ¡Sube! -Ese comentario, Yamikumo lo entendía muy bien, miro con odio a su profesor.

-¡S-Sensei, no puedo! -contestó, con su peculiar tartamudeo, fingiendo esfuerzo al subir una cuerda.

-¡Entonces no te irás de aquí, hasta que toques la base del techo! -Bakugou amenazó, dándose la vuelta para dirigirse a sus otros alumnos y gritarles del mismo modo. -¡Vamos tortugas!, ¡Muévanse!

La hora y media de la clase de deportes había terminado, con el pitido de su silbato, Katsuki los mando a todos a los vestidores, menos al joven Midoriya, el cual poco a poco bajaba esa larga cuerda, dejándose caer cansado sobre la colchoneta de gimnasia.

-¡Ya era hora!, vamos lárgate -dijo, caminando a la salida del gimnasio, pero una leve risa detuvo su paso.

-En serio me odia, ¿No es así?, ¿Acaso está celoso de me fije en el profesor Yagi? -habló hipócrita, provocando que el cenizo volteara la mirada-, todavía recuerdo esa vez, cuando me quede a solas en el aula, me abrí de piernas, como ahora, y el profesor Hakamata... solo lo hizo.

Con la respiración cansada, el pelinegro se quedó tendido en esa colchoneta, abriendo sus delgadas y pálidas piernas, pasando su mano sobre su entrepierna, para provocar al mayor, sabía muy bien que a Bakugou no le interesaba lo más mínimo, solo quería fastidiarlo, así como él le fastidio sus momentos con su nuevo y amado profesor.

Furioso por ese repugnante acto, el mayor se acercó al chico y lo jalo sin preocupación del cuello de su uniforme deportivo, mirándolo, sus ojos carmesíes ardían en rabia, no por el hecho de que el chico sea un maldito ofrecido, sino porque había confirmado sus sospechas, ahora Yamikumo estaba poniendo los ojos en su querido amigo de la infancia, y no iba a permitir eso.

-¡Te lo advierto Midoriya!, si te vuelves a acercar al profesor Yagi, no dudaré en reportarte para que te expulsen, aquella vez me quede callado por respeto a Hakamata y porque le tengo lástima a tu patética madre, pero si me entero de que le abres las piernas a Izuku, ¡Te largas!

-El profesor Yagi terminará siendo despedido y acusado de pedofilia, no piensa bien en todos los puntos -sonreía cínicamente, ante las amenazas del cenizo-, ¿Verdad sensei?

Bakugou, fastidiado por la maldita deducción de ese mocoso, lo soltó para irse antes de que perdiera la paciencia.

Yamikumo solo soltó un relajante suspiro, él no era una mala persona, solo vivía en un mal ambiente familiar, estaba acostumbrado a hacer lo que su tío le pedía, siempre teniendo que ver a su débil madre llorar en cada rincón de su casa; él solo trataba de sentirse querido, comprendido y apreciado, buscaba un poco de amor en los lugares incorrectos, malinterpretando simples actos de amabilidad a su retorcido punto de vista.

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Caminando entre los pasillos, Bakugou, se dirigía con prisa a la sala de maestros, pero en su paso se encontró con cierta cantidad de estudiantes, que salía entre risas y algunos empujones de la clase de historia, algo raro, pues aún no era hora de que esa clase terminara.

-¿Qué están haciendo afuera? -preguntó a la distancia, provocando un escalofrío en algunos estudiantes.

-E-El profesor Yagi no se presentó, es nuestra última clase, así que decidimos irnos s-sensei -cobardemente los chicos habían empujado a uno de sus compañeros, quien hablo por todos, ante el malvado profesor de deportes, como lo tenían catalogado.

-Dek- ¿El profesor Yagi no se presentó? -Todos negaron. -Bien, ¡Vamos, largo!

No se hicieron esperar y todos salieron, alejándose lo más rápido posible del cenizo, Katsuki, no comprendía esa rara irresponsabilidad por parte de Izuku, pero dedujo, que tal vez era por un asunto de su boda, aunque no debía importarle, el pecoso le había dejado en claro que ya no eran amigos.

Un poco desanimado, ante ese pensamiento, opto por seguir su camino a la oficina de maestros, para recoger las llaves de su motocicleta, llego encontrando el lugar vació, le restó importancia y fue a su cubículo para recoger sus llaves.

Iba caminando de regreso por el pasillo, inevitablemente pasando, de nuevo, frente al salón de historia, pero antes de que partiera, el zumbido de un celular contra la madera llamo su atención, volteo con duda, dirigiéndose al origen de aquel ruido, encontrándose con el celular del peliverde en la mesa, tenía una infinidad de mensajes de texto, unos por parte de sus alumnos, otros por parte de su pareja y aparentemente de su padre.

-¿Qué diablos?, olvido su teléfono el idiota -murmuro, tomando el teléfono del cubículo, viendo también que su computadora estaba encendida-, ¿Tanta prisa tenía?

Bakugou dejo el móvil en esa mesa y se dispuso a apagar el aparato, pero una vez el monitor se encendió, se encontró con una escalofriante noticia, teniendo como encabezado la foto de la madre Yaoyuruzu, colgada del campanario.

-Pero ¡¿Qué?! -quedó impactado por esa imagen, comenzó a descender, encontrándose a cada click, con más hechos perturbadores-, ¡¿Qué mierda es esto?!

No podía comprender todo lo que estaba viendo, si bien, no estaba encariñado con esa mujer, el saber de su trágico desenlace le dio un leve dolor en el pecho, pero también cierto repudio, tras leer:

"La sospechosa de la desaparición de doce niños"

Era algo que Katsuki no lograba digerir, ¿Cómo alguien podía hacer semejante atrocidad?, no podía creerlo, Momo siempre cuido de él, con algunos regaños, pero no a tal extremo de usar el dolor o algún otro método, en ese tiempo era un simple niño pequeño, uno que no comprendía los cambios de la conciencia humana.

Solo había una persona que podía aclarar esa duda y aunque odiara hacerlo, tenía que ir a esa iglesia, donde se encontraba la única persona capaz de explicarle todo.

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-Ahí lo tiene padre, ahora ya no tenemos más pendientes con usted.
El mencionado, miro en un gesto serio a los hombres, su penetrante mirada resaltando desde esa leve oscuridad.

-Mientras sigan escondiendo sus porquerías en mi iglesia, seguirán haciendo lo que yo les pida -exclamó, uno de los hombres frunció el ceño, furioso y fastidiado.

-Nosotros no somos personas con las que puede jugar padrecito -amenazó, Shoto les dio una cínica sonrisa.

-Yo tampoco, tengan en cuenta que yo conozco sus artimañas y lo mucho que le están robando a su jefe, ¿Quieren ver que cabezas ruedan primero? -aquel hombre apretó los puños, estaba harto de ese hipócrita, pero su iglesia era la única que les servía para sus tretas, después de todo la casa de Dios es un sitio sagrado y sobre todo libre de sospecha.

-Usted no es mejor que nosotros padre, nuestros pecados nos hacen iguales.
En un despojo de ira, ambos sujetos se retiraron del sombrío lugar, dejando al bicolor solo, con el inconsciente cuerpo amordazado del pecoso, pero en algo tenían razón, el padre Shoto Todoroki era igual o peor que ellos.

Padre Nuestro [TodoDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora