CAPÍTULO 7

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—¡Adhaní! —grita Ali, emocionada

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—¡Adhaní! —grita Ali, emocionada.

—¡Ay! ¿Q-Qué sucede? —Apenas abro los ojos, luego los abro de golpe.

—Si me dices que no estabas durmiendo, haré como que no vi que estabas durmiendo. —Levanta la mano como juramento. 

—No estaba durmiendo —respondo de inmediato. 

—Ok. —Sonríe—. Mira, te presento a mi hermana pequeña, Katherine —exclama, tomando a la chica de los hombros.

Pongo mis ojos sobre la chica. Son extremadamente parecidas, su única diferencia es que Katherine tiene los ojos de color verde. En todo lo demás, son idénticas, claro que Katherine se ve unos pocos años más pequeña, como Nashly y yo. Aunque ni siquiera nosotras nos parecemos demasiado, Nashly es más parecida a mamá, cabello café cobrizo, piel ligeramente acanelada y ojos verdes que parecen canicas por todos los demás destellos de colores que tienen en ellos. Bueno, y que ambas usan lentes. Yo soy más parecida a papá, de cabello castaño, piel pálida y ojos grises, tan claros, que parecen transparentes.

—Tiene tu edad —continua Ali—, y a partir de hoy, trabajarán juntas. Conózcanse.

—Hola... —la saludo sonriente, Katherine me devuelve la sonrisa.

—Bueno, chicas, las dejo conocerse y espero se lleven bien. Tengo que irme —dice Ali, saliendo al pasillo.

—Entonces... ¿Tú eres la sobrina de Román? —pregunta Katherine, sentándose al otro lado de mi escritorio.

—Así es, esa soy yo —respondo muy orgullosa.

—Entonces puedes llamarme Kath. —Toma una postura más relajada—. ¿Ya hiciste amigos por aquí?

—Pues... —Pienso en Lucian, pero no somos amigos aun... creo—. No. 

—Ya veo, entonces seamos amigas, Adhaní. —Me extiende la mano.

—Sólo llámame Adha —agrego, extendiéndole la mano de vuelta.

Kath es muy amigable y divertida. Estuvimos toda la mañana hablando de todo menos del trabajo. Es reconfortante tener una nueva amiga. Extrañaba tener una amiga con la cual platicar de cualquier cosa en persona. Con mi mejor amiga Cassie, hago llamadas, pero solo de vez en cuando. No somos muy buenas hablando a distancia.

—Muero de hambre —se queja Kath, fundiéndose en la silla giratoria.

—Yo también. —Miro la hora en la computara—. Faltan cinco minutos para la hora de nuestra comida. Aquí al lado hay una cafetería. ¿Comemos juntas? —propongo.

—¡Claro! Pero por favor, ¡vámonos ya!

Decidí sentarnos en la barra, ya que es costumbre para mí.

—Hola, Adha —saluda Charles, el empleado en turno de la cafetería.

—Hola, Charles. ¿Aún no llega...? —Él sabe lo que preguntaría.

El Chico De La Parada De Autobuses (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora