CAPÍTULO 8

140 29 1
                                    

Durante toda la semana he buscado el momento para poder preguntarle a Kath sobre Lucían, pero nunca encuentro la oportunidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Durante toda la semana he buscado el momento para poder preguntarle a Kath sobre Lucían, pero nunca encuentro la oportunidad. Más aún tomando en cuenta su habilidad para evadir cualquier tipo de preguntas personales que llegara a hacerle. Es toda una profesional, ni siquiera Lucían logra llevarme por las ramas con mis interrogatorios tan sutilmente como ella. Tampoco quiso volver a la cafetería. Cada que llega la hora de comer, ella se queda en la oficina diciendo que trae comida. Al parecer ella tampoco quiere volver a toparse con Lucian, y eso solo hace que mi curiosidad crezca mucho más.

No quiero ser juzgada, solo soy curiosa. Sé que todo esto ni siquiera me importa, pero es como si necesitara saberlo para estar tranquila. Así que mí último recurso es Ali.

—¡Ali! —grito desde el pasillo del edificio, al ver que Ali casi llega a la salida.

—¡Dios! ¡Adha, no me asustes de ese modo! —chilla, poniendo su mano en el corazón, y se detiene, esperando a que llegue hasta ella.

—Ay, lo siento, no era mi intención asustarte. —Le doy unas palmaditas en el hombro—. ¿Ya vas a comer? ¿Podemos comer juntas? Necesito preguntarte algo...

—Ah... Pu-pues yo... —tartamudea—. De hecho, voy de camino a comer con alguien —habla tan rápido que apenas le entiendo.

Estrecho los ojos y le doy un repaso de pies a cabeza. Está bastante arreglada, aunque ella siempre se viste de ese modo, pero parece diferente, incluso huele mucho más a perfume de lo normal y su maquillaje está muy retocado.

Sonrío con picardía, y me doy cuenta que poco a poco se pone nerviosa.

—Hugh, ¿tienes una cita? —La codeo.

—No, claro que no —responde de inmediato, dejando más al descubierto su nerviosismo.

—¡Claro que sí! —la molesto—. No puedo creer que a estas alturas te pongas nerviosa por tener una cit... —Un claxon que conozco a la perfección me interrumpe, así que volteo instintivamente—. ¡¿Tío Román?! —Volteo a mirar a Ali, quien está completamente roja—. ¡¿IRÁS A UNA CITA CON MI TÍO ROMÁN?! —Me pongo ambas manos en la boca con asombro.

—¡Adhaní! ¡Por un demonio, cierra la boca! —habla exaltada, pero susurrando.

Yo levanto las manos en gesto de inocencia, y me río porque me revolotea el estómago de la emoción. Vuelvo a voltear al auto del tío Román y lo saludo, luego le guiño el ojo y le levanto el pulgar. Él sonríe y sacude la cabeza, luego le da una mirada a Ali, con una sonrisa tan tierna que nunca había visto en él, que, Dios, hace que mi corazón quiera estallar.

Ali no dice nada ni se despide de mí, solo camina tan rápido como puede y sube al auto.

—¡Nos vemos en la noche! —grita el tío Román, inclinándose un poco hacia Ali, ella no me mira, solo está mirando al frente.

El Chico De La Parada De Autobuses (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora