CAPÍTULO 15

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¿Conoces el sentimiento de cuando te han pasado muchas cosas en poco tiempo, pero decides no darles importancia? Llega un punto en donde ya no puedes acumular más situaciones y de pronto todo explota

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¿Conoces el sentimiento de cuando te han pasado muchas cosas en poco tiempo, pero decides no darles importancia? Llega un punto en donde ya no puedes acumular más situaciones y de pronto todo explota.

Es abrumador.

En ocasiones, ni siquiera tienen que ser cosas malas, a veces las cosas buenas también abruman. Yo tengo una mezcla de cosas buenas y cosas malas sucediendo en mi vida.

Acabo de terminar una relación con una persona que se sentía como mi segundo yo. Probablemente aún siento algo por él, pero, también siento algo por alguien más. Aunque trate de negarlo en mi cabeza y en mi corazón, yo sé perfectamente lo que siento. También sé perfectamente que no es correspondido y que ni siquiera vale la pena intentarlo.

Yo siempre he estado enamorada de la idea de conocer a mi príncipe azul (lo sé, infantil), pero crecí creyendo que era posible y quería hacerlo posible. Metí en mi cabeza que Chris era ese príncipe azul, solo porque era lindo, amable, atento, caballeroso, valiente, en fin. Tenía todas las cualidades de lo que yo creía, era un príncipe azul.

Después de pensar toda la noche, caí en cuenta que no estaba enamorada de él. Solo estaba enamorada de la idea de un amor perfecto. 

Gran parte de la noche también me preguntaba: ¿por qué tuve que conocer a Lucian? No es que él tenga la culpa, pero me frustra.

No lo entiendo, ni me ayuda a entenderlo. Nunca sé si está triste, enojado o feliz. Si odia al mundo o solo me odia a mí.

Me confunde, porque un día me trata bien, se ríe conmigo, hace cosas que nadie más hace por mí, me hace sentir que tal vez yo también le gusto... Pero después, me trata mal, me habla mal y me mira mal, como si fuese la persona que más lo molesta en el mundo.

Bueno, hay un poco de eso, molesto a las personas por naturaleza, pero no es para tanto.

Las cosas con Lucian son complicadas y sé que serán más complicadas aún, si decido arriesgarme. Aunque claro, después de correrme y dejar que regresara sola a casa, en un lugar que no conocía, en medio de una nevada. Lo que menos quiero es hacer algún movimiento con él.

No quiero, pero tengo que levantarme e ir al trabajo. Ya se me hace tarde.

Me levanto como puedo y muy rápido, y por accidente piso a Ty, que aún duerme en el suelo de mi habitación.

Corriendo, después de muchas disculpas de mi parte y algunas maldiciones por parte de Ty, entro al baño con la ropa que elegí para usar ese día.

Me lavo las manos, la cara y los dientes. Me detengo un momento a mirarme en el espejo y noto que tengo los ojos rojos, muy hinchados y unas ojeras gigantescas.

—No puedes ser... —digo para mí misma en voz alta—. Ok, pues ya no hay tiempo para una solución.

Me cambio rápidamente y bajo a la cocina, para tomar mis vitaminas. Tomo mi bolsa que había dejado ya preparada en la sala (aunque no parezca, el control para mí lo es todo, solo así no me vuelvo loca).

El Chico De La Parada De Autobuses (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora