Capítulo 8

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¿Cómo llegamos aquí, cuando solía conocerte tan bien?

"Decode" —Paramore


¿Eso era todo? ¿Qué había pasado?, nada tenía sentido.

Las palabras escritas en ese pequeño trozo de papel se burlaban de ellos, jugaban con su mente como un juego de tetris mal acomodado. No era real, se negaban a aceptarlo. Y tomando en cuenta la delicadez del estado de la chica no pudo haber ido muy lejos.

¿Dónde?, ¿dónde estaba? Se preguntaban con cada minuto que pasaba.

¿Cómo era posible? Abril era dulce y amable, siempre preocupándose por los demás, no se imaginaban que sería de ellos sin ella. Ahora se cuestionaban si Abril era real o solo estuvo fingiendo todo este tiempo. ¿Cuál había sido su motivación para tomar esta decisión?

Todos aquellos momentos agradables a su lado, ¿todo era una vil mentira? No, sus mentes se rehusaban a asimilarlo. Tenía que haber una explicación, aunque aún no supieran cuál era.

La reunión, algo había pasado. Abril había mentido, estas nunca se cancelaban. Entonces la duda reincidía una vez más sobre el asunto de su partida, ¿cómo era posible que los hubiese abandonado?

Dejando de lado ese pensamiento, por el momento, se dieron prisa por arreglar todo para el viaje, y cuando todo estuvo listo, partieron.

Recorrieron el camino de siempre entre malezas y oscuridad para llegar al salón de los Umbradex cuanto antes.

Al llegar, el sitio parecía desierto, estaba frío y carente de vida. Ni el característico olor a incienso se percibía. Observaron con detenimiento por si algo se les escapaba, no obstante, fue inútil. No había nada.

«Están seguros», se escuchó una voz filtrándose cuidadosamente en sus mentes.

La habilidad era característica de aquellos seres, entonces no estaban solos como habían creído.

«Me temo que es cierto», respondió otra voz, sin embargo, esta sí que la reconocían. Era la gélida voz del Umbradex que los visitó más temprano en compañía del pelirrojo.

—¿Dónde está Abril? —preguntó Yelian buscando a su alrededor.

«¿Por qué deberíamos decirte?», fue la respuesta de la primera voz.

—Entonces, ¿saben qué fue de ella o dónde está? —El tono de Yelian fue casi suplicante en ese instante, y no le importó.

«Por supuesto que lo sabemos, pero eso no es de tu incumbencia». Se escuchó la voz en un tono plano, que no lograba trasmitir emociones. Era como si fuera una grabación implantada en sus mentes.

—¡Claro que lo es! —respondió Yelian, exasperado, harto de esta situación, no era posible que ellos no revelaran nada.

«Es mejor que no lo sepan», convino otra voz. Esta era gruesa y bastante notable. Como si estuviera acostumbrado a mantenerse al margen, pero que una vez se hacía notar, no podías olvidar sus palabras.

Ya era suficiente, querían respuestas y las querían ahora. Basta de estar a su merced sin poder obtener nada, averiguarían todo.

«Será mejor que no indaguen más allá, puesto que la respuesta podría no agradarles», se escuchó la impaciente voz leyendo sus pensamientos.

—Ya déjense de tonterías —replicó Neir con disgusto en su rostro y parándose de frente con los puños cerrados.

—Vaya, vaya, qué impertinencia la tuya —se escuchó una voz ronca y espeluznante retumbando por todo el lugar, ya no estaba en sus mentes.

El resurgir de un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora