Capítulo 7

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"Las cosas no son como eran antes, ya ni siquiera me reconocerías".

"In the end" —Linkin Park


Con el amanecer cada vez más cerca, el cielo se aclaraba y la sensación de pesadez inundaba el aire a su alrededor, y Abril como usuaria de este elemento, era quien más claramente lo sentía. La sensación era muy parecida a diminutas partículas de hielo esparcidas por el aire, clavándose en cada poro de su piel.

Tal vez fue tomada por sorpresa, pero no hizo nada para demostrarlo. Su rostro, una máscara impasible, por supuesto, había aprendido de los mejores maestros: los mismos Umbradex, puesto que había pasado una temporada en el monasterio con ellos, y había aprendido algunos trucos.

Tomó una profunda respiración, aunque no la necesitaba, no obstante, sus viejos hábitos como humana algunas veces todavía se adueñaban de ella y nunca desaparecerían por completo. Cerró sus ojos ante el sonido de un suave golpeteo, precipitándose a través del viento. Al parecer, gotas de lluvia comenzaban a azotar afuera.

—Bien —abrió los ojos y fue todo lo que dijo, lentamente se giró sobre el eje de sus pies y empezó con su lento ascenso por las escaleras, su vestido largo hasta los tobillos, ondeando muy suave y delicado con cada paso.

Al mismo tiempo, Jared se desvaneció sin dejar rastro o estela que delatara su presencia en el hogar de los Goldblatt.

La lluvia arreció, y en vez de un tranquilo golpetear que era lo que se esperaría, caía cada vez con mayor fuerza, a esto pronto se le unieron feroces truenos que retumbaron por todo el lugar, anunciados por deslumbrantes relámpagos.

Lo que precedía anunciaba grandes cambios para todos; nadie se libraría, eso era seguro.

Con la partida del Umbradex todos se retiraron a sus respectivas habitaciones. El tiempo había transcurrido mientras que Neir seguía de pie al lado de la ventana de su alcoba, observando el repentino cambio climático.

Solo habían pasado algunos minutos, o así lo sintió él desde que el cielo se estremeció con gran poder. No, no habían sido minutos y eso lo sabía, aunque la claridad no fuera la de siempre, un nuevo amanecer había llegado. Por demás, era lógico pensar que no era natural, pero la cuestión era, qué o quién lo había provocado.

La reunión del Covenciet seguía en pie, a esta nada la detenía. Y como era de esperar, a su líder tampoco. Así que lo mejor era prepararse y esperar lo peor, ya que con ellos nunca se sabía.

Sin embargo, no habían vuelto a ver a Abril desde el encuentro en la planta baja. Eso no era raro, de seguro estaría en su habitación, buscando la mejor forma de abordar la situación. Era su sentido de la responsabilidad y lealtad lo que siempre sacaba lo mejor de ella, no les fallaría, averiguaría el porqué de esta nueva reunión y después lo arreglarían.

***

Estaba en su habitación cepillando su cabello, ella sintió cuando las primeras gotas comenzaron y cuando la energía del aire cambió drásticamente, para bien o para mal no podría decirlo. Se acercó con lentitud hacia la ventana, como si temiera lo que fuera a encontrarse. Esta era de piso a techo, con un cristal de material muy resistente que no existía en ningún otro lugar y menos en la tierra, el cual era capaz de soportar cualquier cosa sin hacerse añicos.

Corrió las cortinas color durazno de un solo movimiento rápido, y salió al balcón. Vio el color del cielo, este siempre era azul, no importaba si llovía, bueno más bien brizaba. En este mundo las lluvias eran raras, mucho más lo eran las tormentas. Pero el cielo no era azul, era gris y no uno tenue, era más parecido como al plomo, tornándose cada vez más oscuro en algunas partes, como si el cielo de repente tuviera grandes parches o moretones gigantes.

El resurgir de un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora