Capítulo 10

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"Qué sorpresa de cianuro le dejaste a mis ojos"

"Sarcasm" —Get Scared


Jaden se encontraba en su habitación preparando su equipaje, el cual consistía de unas cuantas prendas de ropa, y las botas que llevaba puestas. Dentro de estas ocultaba un cuchillo o de eso daba la impresión, pues tenía un mango azul oscuro de donde sujetarlo. Sin embargo, lo más peculiar de este era la hoja de marfil, que era muy delgada y liviana, con una ligera curvatura como una hoz.

Desconocía a dónde se dirigían, así que tampoco tenía conocimiento de qué era lo que debía empacar. Se acercó al closet en busca de algo más que pudiese ser de utilidad. Revolvió entre sus cosas, y al cabo de un rato, desistió. No había nada que valiera la pena según él.

A falta de algo más que hacer, volvió a insistir. En el fondo se encontró con un pequeño cofre que debía mantener algunas piezas de joyería resguardadas, arrugó el entrecejo, nunca había tenido la oportunidad de utilizarlas. Y es que no solo eran un simple lujo, de acuerdo a Abril, estas eran amplificadores para sus poderes.

Suspiró, abrió el cofre y posó sus dedos sobre estas.

En aquel momento había estado encerrado en su habitación pensando por lo que debería ser la milésima vez, en sí sería posible recuperar la parte de su vida que le fue arrancada, las piezas que lo hacían una persona normal. Era lo que más lo atormentaba, incluso perdió la cuenta de las veces que derramó lágrimas por los momentos perdidos. Después, con un poco más de calma, se dirigió al baño y tomó un baño, el calor del agua ocultaría su dolor, apaciguaría sus heridas.

Se quedaría ahí, no tenía las fuerzas suficientes para soportar otro día, pues lamentaba el hecho de no poder avanzar. Estaba estancado. No podía retroceder en su mente para alcanzar los recuerdos de su vida anterior y por la misma razón no podía continuar o, poner fin a todo. También estaba harto de escuchar la misma cantaleta de que como era un alma y carecía de un cuerpo no podía morir.

Por fin salió de la ducha, los ojos rojos debido al llanto. Genial, no podía morir porque era un alma o algo así, aunque si padecer el dolor como un cuerpo normal. Vaya premio.

Su fiesta de autocompasión se vio interrumpida cuando su amiga Abril llegó y tocó a su puerta y a punto estuvo de irse cuando él decidió abrirle. Ella se asomó por la puerta con su cálida sonrisa llena de vida, y como de costumbre usaba un vaporoso vestido, en esta ocasión de color lila. Su cabello estaba recogido en una cola de caballo y en sus ojos lucía un brillo de felicidad, el cual se atenuó un poco al verlo.

Conversaron un rato antes de decidir mostrarle el lugar, ella se fue y al regresar en sus manos traía el pequeño cofre.

—¿Estás bien? —le preguntó al notarlo taciturno.

Un pequeño suspiro fue su respuesta, simple y llena de significado al mismo tiempo.

Ella negó con la cabeza y se quedó a su lado un momento antes de recordar por qué había ido a su habitación.

—Esto es para ti.

—¿Qué es?

—Ve por ti mismo. —Lo empujó a sus manos.

Jaden obedeció y lentamente lo abrió como si temiera que lo fuese a morder. Piedras preciosas en diferentes colores aparecieron frente a él, la mayoría sin un complemento, algunas engarzadas en pendientes. Abril sostuvo entre sus manos un par con la incrustación de pequeños diamantes.

—¿Te gustan? —preguntó entusiasta.

—Sí, pero ¿para qué? —cuestionó, eran bonitos, sin embargo, no les encontraba ningún uso en el futuro.

El resurgir de un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora