Capítulo 5

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"Ahora no sé a dónde pertenezco"

Dead memories —Slipknot


La calma era agradable mientras disfrutaba de la suave brisa del viento en el rostro, y la luz del sol se reflejaba en su cabello rubio. Este sitio se había convertido en uno de sus favoritos, ¿y cómo no serlo? Si había sido ahí mismo donde lo vio por primera vez, y aún no lograba sacarse de la mente que él lo cautivara de esa manera.

Estaba recostado en la barda cerca de la entrada de la mansión, viendo en dirección a aquel árbol que había servido para ese extraño encuentro del que no podía liberarse. Cerró los ojos y disfrutó de todo a su alrededor, siendo uno con la naturaleza; hasta que algo pasó muy cerca de su rostro. No necesitaba abrir los ojos para saber que se trataba de Yelian.

—Tu chico decidió salir finalmente —comenzó Yelian con voz burlona.

—No es mi chico, Yelian —respondió Neir con voz suave.

—Yo no diría eso. Te preocupas demasiado por él.

—¿Quién dice eso? —indagó, abriendo los ojos con cautela y Yelian soltó una estruendosa carcajada.

—Vamos, no me hagas reír. Cualquiera con dos ojos puede notarlo desde la distancia.

—Estás equivocado. Él no me interesa. —Ante el gesto de incredulidad de Yelian, Neir salto de la barda quedando enfrente de él—. No de esa manera, es como un hermano pequeño.

—Sí, claro, como digas, hermano —Yelian golpeó el brazo de Neir—, si no te interesa tengo el camino libre, ¿cierto? —preguntó con un guiño.

Neir se encogió de hombros restándole importancia. Yelian supo de inmediato que no obtendría nada de él, por lo que cambió de estrategia.

—¿Quieres venir al campo? —su voz salió calmada, calibrando sus reacciones mirándolo por el rabillo del ojo.

—No, no estoy de humor—respondió tajante.

Yelian ya lo veía venir, dio un par de pasos y se agachó para recoger una piedrita negra que brillaba con el sol, la cual sostuvo un momento entre sus dedos antes de hacerla polvo.

—Bueno, yo solo decía, como dije antes, tu chico... bueno el pelirrojo —corrigió ante la dura mirada de Neir—, ha decidido salir y Abril dijo que lo llevaría por los alrededores para conocer...

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que lo felicite?

—En realidad, no lo sé, ¿en serio no irás?

—No —fue su respuesta final.

***

Finalmente, había decidido salir de su encierro. Terminó con su fiesta de autocompasión. Se sentía bien ya no derramar más lágrimas, se sentía más fuerte ahora que se había desahogado. Lo primero que hizo fue arreglarse un poco y bajó a la estancia donde la esperaba Abril, para dar un recorrido, y más tarde comenzarían a buscar sus habilidades.

«Si es que tengo alguna», se dijo, luego se reprendió así mismo por sus malos pensamientos.

Pasaron algún tiempo hablando de trivialidades, hasta que llegaron al asunto de qué hacían para divertirse.

—¿Quemados? —preguntó, frunciendo el ceño, parecía ser un juego muy humano, o bueno, no sabía si alguna vez lo había jugado porque seguía sin recuerdos.

—Ajá, quemados. —Abril sonrió como si fuera el gato que se comió al canario—. Tienes que verlo con tus propios ojos, es divertido —continuó, guiándolo, mejor dicho, casi arrastrándolo por lo rápido que iba.

El resurgir de un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora