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— 𝐅𝐥𝐚𝐬𝐡-𝐁𝐚𝐜𝐤 . . .
— Papá ¿qué sucede? —gire a ver a aquel hombre un poco preocupada— ¿quién es ese hombre? —susurre solo para que él me escuchará.
— No te preocupes hija, —dijo en susurro, note lo serio que había sonado— mejor entra a casa, tu madre y yo solo hablaremos sobre trabajo con este señor —decía mientras mantenía su mirada en aquel señor, parecía estar molesto por algo.
— ¡Vamos! no traten de ocultarlo, díganle la verdad —se acercó un poco— ¡díganle que en realidad yo soy su verdadero padre! —gritó con su mano en su pecho.
Abrí los ojos sorprendida y mire a mis padres buscando alguna explicación
— ¿Qué? ¿cómo que mi padre? —les pregunte desconcertada.
Los dos me miraron apenados sin darme respuesta alguna.
— Ven, ustedes mismos se delatan al no decir ninguna palabra porque saben que todo lo que digo es verdad —aseguró con frialdad.
Gire a verlo todavía sorprendida, pero intentando verme sería, al observarlo bien era verdad teníamos cierto parecido. Sobre todo en el color de ojos y la nariz, pero aparte de eso nada más.
— ¡Vete de aquí! ¡las cosas no van a funcionar como tu quieres! —grito molesta— ¡no permitiré que una persona como tu pase a lado de mi hija! —mi madre se puso frente mío junto a mi padre.
— ¡Yo también tengo el derecho de pasar tiempo con mi hija! —reprochó igual de enojado— ¡porque yo soy su verdadero padre! ¡no él! —señaló a mi padre.
Después se acercó para estrujar su dedo en su pecho, al ver esa escena aprete mis puños con fuerza. Sin dudarlo me puse frente a él de y empuje como pude a ese idiota. Su expresión reflejaba confusión pero más que eso se veía enfadado.
— ¿Cómo te atreves aparecer ahora...? ¿ya no hiciste suficiente daño al abandonarnos? —sentí como mi voz estaba por quebrarse— ¿¡acaso no tienes la suficiente decencia de que ahora es demasiado tarde como para que quieras que las cosas se arreglen así como si nada?! —grite mientras contenía mis lágrimas tanto como podía.
Baje la cabeza y mantenía la mirada fija sobre mis zapatos para que no alcanzarán a ver mi cara. Parecía que todo había quedado en silenció, no sabía como me miraban, pero sentía las miradas tanto como las de mis padres y ese idiota sobre mí.
— Debes irte... —articule con esfuerzo— tu nunca fuiste nada para mí, por eso sería imposible que seas parte de mí vida —alce la mirada mirándolo con rencor— Así qué... déjanos en paz, a mí y a mí familia...
No dijo nada y se mantenía firmé, pero podía ver como su cara demostraba que lo lamentaba, pero ya era demasiado tanto para él, como para mí...
Sin más se alejó poco a poco, y rápidamente mis padres se acercaron a preguntarme si estaba bien, yo solo asentía a cada una de sus preguntas porque realmente no sabía que decir en ese momento. En cuanto dejaron de llenarme de preguntas, entramos a casa y hablamos un poco del tema.
