III.

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Querido Collin

Hoy no terminó siendo el mejor día de todos. Me han castigado por la razón más estúpida de todas y mis sábanas están tan suaves que quiero llorar. Me siento sobrecargado de emociones y no sé qué hacer con las cosas que pienso.

Papá está muy enojado conmigo y Shirley no está en casa. Darren me dijo que no saliera de mi cuarto por si acaso, así que aquí estoy. Espero tener el valor para poder salir y buscar algo para cenar, pero lo único que hay es pan y aún sigo en negación a comerlo.

No te preocupes por mí, sobreviviré, aunque no sé por que te preocuparías por mí si eres solo una libreta. Te imagino a veces como Kitti, el diario de Anne Frank, se escribe así, ¿no?

A veces me siento tan en peligro como lo estaba ella: en una guerra en donde se me juzga por existir.

Te escribiré mañana, si es que lo recuerdo.

Con amor, Roni.

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Y yo no sé cómo pasé de pintar la pared de mi cuarto a pintarme los brazos, pero así estaba ahora. Papá me había castigado después de lo que ocurrió en el teatro y yo estaba molesto, pero a la vez no le prestaba atención a él, habían muchas cosas en las que podía pensar, y no estaba pensando en ninguna.

Las flores eran lo mejor que sabía pintar. Las podía pintar todas, las amarillas me gustaban, las rojas también, las pintaba como Alicia, la loca del país de las maravillas, me gustaba ese cuento. No digo que Alicia estaba loca cuando llegó al país de las maravillas, pero sí quedó loca luego de irse. ¿Quién no enloquecería al descubrir un mundo dentro de otro, con cosas menos locas del mundo normal?

Sería terrible para mí encontrar un mundo en donde todas las personas fueran como yo. Yo mismo me parezco irritante.

Me puse a cantar una canción, se llamaba I Think I'm in Love, no tengo idea de quien la canta, pero me la sabía, la pasaban siempre por la radio, la letra me acordaba de Darren. Creo que cantaba esa canción todas las tardes sin darme cuenta de que en serio estaba cantándola en voz alta. ¿Por qué la voz de mi mente no puede simplemente quedarse en mi mente? Es extraño como primero pienso y ya estoy diciendo las cosas a viva voz.

Tenía que tener cuidado ahora, por si estaba hablando en vez de pensar.

Ya había terminado de pintar la última flor en mi brazo, ahora quiero arrancarla. No podía hacerlo, claro, hay demasiadas cosas que quiero hacer, imposibles, pero no porque no pueda, sino porque no me dejan.

Extrañaba a Shirley ahora. Debí irme con él y sus amigos; desearía que también hoy hubieran ensayos de ballet, bailar siempre aclara la mente, relaja el cuerpo, calienta mi sangre y mi corazón vuelve a vivir.

Mi cuarto se sentía muy solo. Estoy solo en cuatro entre paredes, ocho si cuento las del baño. El techo no era muy alto. El olor a pintura era mucho, debería abrir una ventana, pero no lo hice, pensé en qué pasaría si me asfixiaba. ¿Se sentirían culpables? Quizás solo se rían.

Escuché que tocaron la puerta. Me levanté corriendo hacia el baño y me encerré ahí para esconderme de cualquiera que entre. Me lavé los brazos. Shirley me mataría si viera que pinté las paredes y dejé la pintura incompleta otra vez, y aún más si ve que lo que falta en la pared estaba en mis brazos.

Abrí la llave, me saqué la pintura. Escuché ruidos desde afuera, me había asustado por ello. Me sequé y agité mis manos porque la toalla estaba húmeda.

Al salir del baño, aún se sentía el olor a pintura, pero era mucho más fuerte, me molestó ese olor, me dio un mareo, pero no hice nada para arreglarlo.

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