XI.

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Hola, ¿qué tal? Soy Ronan Morel. Mi cumpleaños es el 31 de enero, tengo 15 años. Yo odio el pan, amo bailar, sé pintar, me gusta escribir y esconderme en sitios en los que una persona normal jamás me buscaría.

Ya es junio o julio del 2023. Este es un nuevo diario ya que el anterior lo acabé.

No tengo un nombre nuevo, ni ánimos de buscarlo, así que te volveré a llamar Collin.

Iniciaré una pequeña historia que seguramente al leer en dos o tres años (si sigo vivo) voy a llorar:

Había una vez una estrellita, era amarilla, relucía tanto que molestaba a otras estrellas, pero no le importaba mucho, amaba su brillo. Tiempo después, la estrella vio los planetas, las nebulosas y otros cuerpos celestes. Conoció al sol y lo único en lo que pensó fue: ¿por qué yo tenía que ser una simple estrella blanca?

La estrellita se pasó el tiempo pensando en qué pasaría si dejase de ser una estrella blanca, le gustaba más ser una estrella amarilla, así como los soles de Neptuno, pero sabía que se volvería una estrella diferente. Se decidió a que quería ser diferente, pero no sabía cómo. Por culpa del reloj, el tiempo pasó y a la estrella su brillo se le apagó.

El mar vio todas las noches como la estrella se consumía al no poder encajar. ¿Pero qué podría hacer el mar? Viendo a su pobre estrella padeciendo desde un simple planeta...

Nada. A veces, el mar solitario se siente triste, porque por más que intente, jamás podría alcanzar las estrellas, y se volvió azul; reflejando como su amiga estrella se desvanecía en el cielo, hundida por las nubes que tanto la detestaban.

A veces somos un mar. Otras veces somos una estrella. Quizás, en realidad, no debamos ser ni una ni la otra.

Quizás, en realidad, nuestros cuerpos debían ser o un cielo limpio, donde nuestras estrellas relucen y la contaminación lumínica no nos interrumpa; o una orilla azul, porque no sabemos qué tan alta o tan baja nos mantenga la luna ni que nos traerá esta marea.

Yo ya escogí mi lugar.

—The Blue Shore

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En los ensayos de hoy, tocaba revisar el audio. Shirley estaba cantando y bailando junto con uno de sus amigos para ver que tan bien se escuchaba el micrófono inalámbrico que Darren le había puesto.

Mi hermano y su compañero —el cual yo poco conocía, pero creo que su nombre era Brooke— cantaban "Rhythm Is A Dancer" que creo yo que es la canción favorita de Shirley del momento por la forma tan animada y apasionada que la cantaba. Es como si todo el ritmo y la letra de la canción entrara en su cuerpo. Estoy seguro que Shirley era el ritmo mismo en su vida pasada.

El tal Brooke rapeó una parte y Shirley le hizo señas a Darren. Me quedé viendo al pelinegro. No nos habíamos hablado desde hacía días y yo no tenía idea de porqué. Nos saludábamos, cuando podíamos nos dábamos un abrazo, cuando se me ocurría le daba algún beso (pero solamente si me atrevía. Solamente si se me pasaba por la cabeza). Yo no sabía que estaba pasando y como no me ha dicho nada pienso que a lo mejor no quiere hacerlo o tal vez estemos muy atareados ambos, o tal vez... no lo sé.

A veces no sé qué está pasando y pienso que es mejor simplemente no saberlo. No pensarlo. Pero lo hago, y lo siento mucho, y luego no sé qué hacer, y entonces solo lloro. O solo sigo pensando. Ya saben que soy un filósofo cuando me lo propongo.

Al acabar la prueba, Darren desapareció. He estado pensando que él podría ser un fantasma. Un fantasma que me estaba rompiendo el corazón y yo apenas me estaba enterando de eso.

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