ᴇʟ ɴᴜᴇᴠᴏ ʟᴇɢᴀᴅᴏ ── "ᴇsᴛᴏʏ ʟɪsᴛᴀ ᴘᴀʀᴀ ᴅᴇsᴄᴜʙʀɪʀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ"
¿Que pasara cuando una niña que creció oculta bajo maltratos y una vida que no era real encuentre una familia, una verdad y un poder?
Elizabeth no estuvo en el lugar para ella al crecer, pero...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
. . . la primera prueba
Elizabeth había pasado noches ayudando a Harry a practicar todos los hechizos posibles.
Los dos jóvenes cambiaron sus charlas nocturnas por entrenamientos en las noches, aunque para ellos resultó imposible no compartir sentimientos.
Ella sabía que por más que Harry hubieran practicado miles de veces, él pensaría que no estaba listo, ignorando que la mayoría de veces acertaba con los hechizos.
Y esa fue la razón por la que un par de días antes de la primera prueba, Elizabeth le había pedido a Luna que hiciera una bufanda con el nombre de Harry en ambos de extremos de esta, y Luna, que había pasado todas las vacaciones mejorando sus habilidades para la costura, acepto con gusto.
Así que en la mañana del día de la primera tarea, Elizabeth se estaba dirigiendo con sus amigos hacia el campo donde se llevaría a cabo el evento con una hermosa bufanda de los colores de Gryffindor y con el nombre de Harry.
Elizabeth se dirigía hacia las gradas cuando pasó junto a una gran carpa que Elizabeth rápidamente dedujo que era donde estaban los campeones.
—Oigan, tengo que hacer algo rápido, ¿podrían ir buscando un lugar?—le dijo Elizabeth a sus amigos que rápidamente asintieron.
Lizzie miro a su alrededor asegurándose de que nadie la veía y entró a la tienda con gran disimulo.
La castaña buscó rápidamente a Harry y al ver que había varias divisiones en la carpa, una para cada campeón, se dirigió a la que tenía el nombre del joven al que buscaba.
Elizabeth entró a esta sin pensarlo, encontrándose a Harry arreglándose su camisa.
—¡Lo siento!—exclamo Elizabeth dándose la vuelta suponiendo que el pelinegro no estaba listo.
