Hendery—¿Estuvo bien que ella me visitara?.
—No y usted tampoco tendría que haber ido a verla.
Solté un suspiro.
Lo sabía.
Claro que sabía que mi error fue el ir a verla, y el que ella viniera a verme fue aún peor, pero no podía evitar hacer preguntas tontas solo para aliviar el ambiente que se había formado desde que la princesa dejó mi palacio y desde que yo entré a mi habitación casi huyendo de ella.
Esas miradas punzantes y juzgadoras de las cuatro mujeres que me rodeaban realmente me comenzaban a resultar incómodas y mi corazón palpitando fuertemente me estaba incomodando aún más.
—Ni siquiera debió de compartir palabra alguna con ella su majestad—Replicó una de ellas. En el palacio solo éramos aquellas seis mujeres y yo.
Desde que era pequeño lo único que el rey pudo hacer por mí fue dejar que me fuera del palacio principal, después de que la reina le propusiera que lo mejor sería que tuviera un lugar para mí, lejos de mis hermanos. El rey aceptó y ordenó que me criaran en un castillo aparte en cuanto cumplí los 12 años.
A esas edad, casi como si fueran un regalo, mandó a seis niñas de la misma edad que yo para acompañarme y desde ese día ellas se convirtieron en mi familia. Aquella familia que ahora solo me estaba desafiando con la mirada a pesar de ser un príncipe.
Ellas eran hijas que los nobles tuvieron con sus sirvientas, y yo, era el hijo que el rey tuvo con una de las mujeres que servían a la reina. En pocas palabras, y palabras dichas por mis hermanos quienes eran príncipes de mujeres oficiales del rey, ellas y yo, éramos unos bastardos.
—¿Y cómo crees que encontró el camino hacia aquí?—realice otra de mis vagas preguntas para que dejaran de regañarme.
—No importa la forma en la que llegó la princesa, ahora solo debemos preocuparnos por lo que la princesa dirá. ¡Definitivamente usted será regañado por los príncipes!.
Una de ellas desde lo lejos me hacia una insistente seña con su dedo apoyado en sus labios, lo que significaba "no sigas hablando tonto".
Tomando la sabia decisión de quedarme callado y no seguir balbuceando y preguntando, tome asiento en el suelo dándoles la espalda fingiendo buscar algo en el pequeño baúl que tenía con los pañuelos que cubrían mi rostro.
Casi sin pensarlo lleve mis manos sobre el velo tocando mis mejillas que aún permanecían calientes desde que Aeris se acerco hacia mi de esa forma. El simple e inofensivo roce de sus pequeñas manos con las mías hicieron que al recordar ese momento moviera los dedos de mis pies produciendo que junto a mis dedos, mis calcetas también se movieran. Agradecí tanto el hecho de haberme puesto el velo para recoger las flores que plantaría junto a la tumba de mamá.
—De todas formas ¿por qué decidió visitar el palacio principal, su majestad Hendery?.
Ellas seguían criticando mi accionar en voz baja creyendo de seguro que no las escucharía. No me importo. Quite los pequeños sujetadores del velo, los doble y guarde en el baúl para después darme la vuelta y responderle.
—Solo quería ver si ella estaba bien. Ellos dijeron que despertó y yo solo quería verla.— murmure.
En realidad, días antes de que ocurriera el accidente yo había compartido un momento con Aeris en el bosque.
Fueron pocos días después de que Aeris llegará al palacio que decidí escapar y jugarles una broma a las seis mujeres que me cuidaban. Fue en ese momento en el que la encontré sentada a las faldas de un árbol llorando fuertemente. Detuve mi huida y casi a pequeños y sigilosos pasos me escondí rápidamente detrás de un gran árbol. Ella lloraba y murmuraba a la vez que hipaba.
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El jardín de las mariposas muertas
RomanceElla fue la primera. Fue la primera en acercarse a mí, sin esperar nada a cambio, sin esperar enamorarnos y fue esa persona quien por primera vez me vio de otra forma más allá de ser solo un príncipe. En todos los años que llevo de vida fui apartad...