Capítulo XIII

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Causar daño a alguien por la persona que te gusta podría ser posible, pero ¿hasta el punto de dejar a una persona inconsciente por dos meses?.

Eso me causaba escalofríos.

Roan siguió hablando sobre el cómo y por que podían haber sucedido las cosas, sin embargo yo no entendía nada. Sabía que todo estaba relacionado a mucho antes de que yo llegara y el que ahora yo estuviera intentando ser más cercana a Hendery podría significar que ella intentara algo por celos. Ese pensamiento causo que mi imaginación sobrevolara con ideas descabelladas.

—Es por eso que Lein opina que no deberías acercarte más a Hendery. Fue un tema del que estuvimos compartiendo hace unos días.

Sin pensarlo y absorta en mis pensamientos me deje guiar hasta una parte alejada del castillo llena de flores.

Roan me miraba con preocupación y yo traté de darle una pequeña sonrisa.

Después de todo no podía no preocuparme por la situación porque ahora solo significaba que yo ya no estaba a salvo.

—¿Estás bien Aeris?

—Si, estoy bien—trate de demostrar firmeza, pero mi voz demostró todo lo contrario.

Tenía miedo, si, pero no pensaba en dejar de ver a Hendery sólo porque ellas lo quisieran o incluso porque Lein lo dijera. 

El dejar de verlo no era una opción para mi y ahora estaba segura que este miedo que sentía estaba más relacionado con el extraño sentimiento de tener algo pesado en mi corazón.

No sabía lo que era y no quería intentar averiguarlo porque tenía miedo de no poder manejarlo.

—Puedes estar tranquila Aeris, en el palacio nadie va a permitir que alguna de ellas te haga daño.

Roan colocó su mano sobre mi hombro y dio pequeños toques.

—El motivo por el que quiso que viniéramos a ver las flores...—Roan me interrumpió.

—Fue porque quise hablarte de ellas. Lein no quería que te contará sobre esto hasta que estemos seguros.

—O hasta que haya pasado algo.

La voz de Lein se hizo presente.

—¿Qué crees que estabas haciendo Roan?—interrogó dando dos pasos hacia Roan, quien retrocedió.

Los ojos de Roan denotaron sorpresa y junto a una su sonrisa torcida pudo pronunciar apenas dos palabras en voz baja las cuales fueron inentendibles.

—¿No te dije que no hablaras de esto?

—Tenía que contarle, para que esté prevenida.

Ellos hablaban como si no estuviera presente por lo que tuve que intervenir entre ellos. 

—Yo le pedí que me contara.

—¿Qué te contara que?—Era la primera vez que escuchaba el tono tosco en la voz de Lein, por lo general, las pocas veces que nos habíamos visto el tenia un tono bajo y sereno. 

—Sobre lo que ocurrió en el tiempo en el que no estuve, quiero saber qué fue lo que me pasó.

—¿Por qué ahora?

—¿No es lo normal?—intervino Roan.—Es normal querer saber lo que ocurrió en un periodo en el que no estuviste.

—¿Y por qué llegaron al tema de las cuidadoras de Hendery?

—Es porque estuvo ahí.

—Fue porque yo le pregunté a Dalmi por ellas.—Hablamos Roan y yo a la vez.

No se supone que en el palacio se enteran de mis salidas hacia el palacio de Hendery.

—¿Qué?—Lein nos mirada a los dos y espere desesperadamente que no haya entendido nada de lo que el príncipe y yo hablamos.

Por un momento me quedé quieta ante la repentina confesión de Roan, pero tuve que pensar en algo rápido antes que él volviera a abrir la boca.

—Le pregunté a Dalmi por ellas porque el otro día las vi en el palacio. Era raro porque nunca las había visto y quería saber a quienes servían.

Roan junto a mi solo movía frenéticamente la cabeza asintiendo.

—¿No hay nada más?

—No, no hay nada más, Aeris y yo solo estuvimos viendo las flores que papá me regaló.

Lein asintió y durante la caminata de regreso hacia el palacio él nos siguió en silencio por detrás. 


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El jardín de las mariposas muertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora