Capítulo 13

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BECKY


—Ahgg, ¡mierda!

Oigo un quejido junto con el movimiento brusco de sartenes proveniente de la cocina. No tengo que preguntarme quién ha sido, aunque me parece extraño que Freen esté a estas horas cocinando algo.

Normalmente nunca sale de su habitación, lo cual ha sido grato hasta cierto punto, no nos molestamos y no caemos en las provocaciones de la otra. Eso es en lo que pienso para llegar al auto convencimiento de que es lo mejor.

He de admitir que he sido yo quien ha empezado todo esto de alguna forma, pero me rehúso a llevarme toda la culpa, no señor, ella siempre viéndome sin disimular ni un poco. Creo que es bastante claro lo que pretendía.

Y yo quise resistirme, pero ella es demasiado.

Y después de lo de anoche, sigue siendo demasiado.

No puedo solo ignorarla, no he podido hacerlo desde que llegué aquí y menos podré ahora.

Camino hasta donde está, la encuentro sacudiendo su mano de forma desesperada, vuelve a maldecir y luego se la lleva a la boca chupar uno de sus dedos.

Se ha quemado.

Y no solo puedo pensar en lo sensual que me parece el gesto.

—¿Qué ha pasado? —pregunto.

Freen levanta la mirada para verme de pie en la entrada de la cocina. Su mirada cambia y es una que no conozco.

Ella no está cómoda con mi presencia, su expresión no es divertida o pícara como la mayoría de tiempo, no, está seria y me mira como si deseara que desapareciera para dejar de sentir esta tensión.

Tal vez solo soy yo. Porque justo así me siento.

—Nada —responde de forma plana y luego se gira para dirigirse a la nevera y sacar un paquete congelado, antes de que pueda colocarlo sobre su mano estoy detrás de ella impidiéndoselo.

—No hagas eso —le digo colocando mi mano justo sobre la suya.

Ella la retira como si mi tacto le quemara más de lo que ya lo hizo el fuego. No me gusta. No me agrada nada y me confunde.

—Yo puedo, gracias —quiere alejarse de mí, vuelve a su misión inicial y coloca el paquete de lo que parecen verduras congeladas sobre su mano, yo quiero acercarme y quitarlo, pero vacilo.

No soporto la idea de que me trate como su tuviera alguna especie de peste.

—No deberías poner hielo sobre la quemadura —no recibo respuesta, incluso oigo cómo resopla como si oírme fuera cansado y fastidioso—. Los primeros auxilios dicen que deberías refrescar con agua, nunca con hielo —Freen sigue reacia a mi presencia y resopla una vez más haciéndome sentir estúpida—. Sólo quería ayudar....

¿Por qué se comporta así? ¿Por qué me duele tanto?

—Pues no lo hagas, no te pedí ayuda —Se enreda la mano con una servilleta de tela después de dejar de nuevo el paquete en el congelador de mala gana, y sale de la cocina sin mirarme y dejándome contrariada.

Salgo tras ella, está en la pequeña sala, recogiendo lo que imagino son sus cosas; papeles, bolígrafos y su laptop. Son las ocho de la mañana y no suele estar fuera de su habitación tan temprano, por lo que considero la posibilidad de que haya estado aquí lo que restó de la noche y por eso tenga hambre a estas horas.

—¿Qué te pasa? Solo quería...

—Ayudar. Ya lo dijiste —completa tajante dispuesta a seguirme evitando con la mirada.

Ese tipo de chica [Freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora